Diario de León

JOSÉ RAmÓN VEGA / FOTÓGRAFO

«León es gris, triste y desenfocado»

El leonés José Ramón Vega presenta hoy, a las 20.15 horas en el Museo de León, el libro ‘La mirada cercana’ (Eolas), donde reúne 130 retratos en blanco y negro; todo un observatorio humano de la proximidad local

El artista leonés José Ramón Vega en el Musac

El artista leonés José Ramón Vega en el Musac

Publicado por
PACHO RODRÍGUEZ | LEÓN
León

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Esta no es la historia de érase un hombre a una cámara pegado. Aunque los que conocen a José Ramón Vega lo asocien a sus fotografías y sobre todo a sus retratos. Ahora presenta en el Museo de León La mirada cercana, que él define como «retratos en blanco y negro desde mis comienzos, mucha gente conocida de León y alguna otra persona interesante que he tenido la suerte de fotografiar». Y este revelado final resulta ser un mapa de los rostros de León y más. Trasciende Vega cuando se descubre que alcanza un lenguaje propio en el que funde la verdad de su mirada entre todas las miradas.

—De los primeros retratos a los últimos, ¿qué se pierde ganando en experiencia?

—Volviendo a ver mis primeros retratos, veo más frescura y experimentación. Con el paso de los años creo que se va ganando en técnica y sobre todo manejas mejor la aproximación a la persona, controlas más la situación. Sin darte cuenta, poco a poco vas perfilando tu estilo, aunque ahora que veo en conjunto mis retratos me parece que hay una constante que ya estaba presente desde las primeras fotos.

—Repite García Álix que lo de hacer fotografías es una pulsión. Como si el resto fuera ensayo literario. Incluso asegura que prácticamente no entiende a los que hablan sobre su obra...

—Entiendo bien a Alberto.  Yo me he pasado varios años de mi vida sin hacer prácticamente una foto. No tenía esa necesidad, había otras cosas a mi alrededor que reclamaban toda mi atención. Cuando el gusano se te vuelve a meter en el cuerpo lo que intentas es contar algo, narrar con la imagen, emocionar incluso. 

—Está a tiempo de confesarlo. ¿Le ha robado el alma a algún retratado?

—No, ni mucho menos. Lo que sí se establece es una relación muy especial. Con la fotografía lo que intento, es dar mi propia visión sobre esa persona. Si tiene aceptación por los demás, entonces considero que he conseguido retratarla. No siempre se consigue.

—Y el retrato de León, ¿qué cara tendría?

—El retrato de León es gris, triste y desenfocado. Es una ciudad sin futuro alguno,  tanto desde el punto de vista laboral como económico. Culturalmente, si algo se salva de la quema es la iniciativa particular, los proyectos y las apuestas personales  de la valiosa gente que aún queda en esta ciudad, porque desde el punto de vista de las instituciones se ha abandonado el barco a la deriva. No quiero decir con ello que no haya gente de gran valía trabajando en los organismos públicos del mundo de la cultura en esta ciudad. Los hay, los conozco y es gente que sabe de esto, que llevan muchos años haciendo cosas, que tiene las ideas pero no el apoyo suficiente.

—¿Algún rostro ha mejorado más de lo previsto después del retrato?

—Creo que no. No me toca a mí decirlo, pero no soy ese  fotógrafo que trata de sacar a la gente favorecida.  Intento retratar a la gente como es. Como en el primer golpe de vista no te creas la imagen que estás viendo, mal vamos.

—Cuando empezó en esto de la fotografía, ¿cuál era su pretensión?

—No voy a decir que empecé sin pretensiones, todos tenemos sueños, pero seamos realistas, existen pocos profesionales que vivan de la fotografía haciendo el tipo de fotografía que yo hago. Para mí ha sido como una válvula de escape, un cuarto oscuro en el que explorar formas y maneras de contar historias.

—¿Hay, supongo que unos cuantos, algún fotógrafo que de verdad le emocione?

—Me gustan muchos fotógrafos. Cuando digo que la fotografía ocupa gran parte de mi tiempo, no lo digo refiriéndome sólo a mi trabajo personal. Me desplazo a ver exposiciones a Madrid y otros lugares. Soy coleccionista, en mi pequeña medida, de libros de fotografía y sigo el trabajo de muchos artistas. Entre mis fotógrafos de cabecera están Koudelka, Robert Frank, Lee Friedlander... Muchos, la mayoría fotógrafos documentalistas de la segunda mitad del siglo XX. Entre los españoles no puedo dejar de nombrar a Catalá-Roca, a Cristina García Rodero, Alberto García Álix, Viéitez, Madoz, etc.. Por suerte, somos un país que ha dado grandes fotógrafos.

—Si alguien le comenta que le interesa la fotografía, ¿cuál es el consejo kilómetro cero?

—El mismo que me he aplicado a mí mismo: ver muchas fotografías y mucho cine. Lo más importante es tener lo que yo llamo «una cultura de la imagen», esa que va definiendo el estilo propio, porque al final lo importante es tener un estilo propio, un sello reconocible.

—Cuando hizo esa foto a Leopoldo María Panero, ¿sintió que había pescado a un gigante?

—Sabía en el momento que había captado una gran imagen, no sólo por el personaje sino por el gesto. Ese puño en alto fue un regalo de Leopoldo María. La foto sin el puño sería una foto normal.

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