Diario de León

CULTURA

Horizontes lejanos

El artista zamorano Diego Benéitez expone sus paisajes en la galería de Ángel Cantero

Benéitez, junto a algunas de las obras que componen su muestra ‘Lejos del desorden’

Benéitez, junto a algunas de las obras que componen su muestra ‘Lejos del desorden’

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MARCELINO CUEVAS | LEÓN
León

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La exposición Lejos del desorden, muestra pictórica del artista zamorano Diego Benéitez, obra en el espectador el mismo efecto que las doctrinas orientales. Sus cuadros inspiran tranquilidad, ausencia de vértigo. En ellos todo está muy lejos, más allá de nuestro alcance, pero el paisaje nos envuelve y nos aísla. Sus colores también incitan a la paz y al silencio.

El pintor ha traído a la galería de Ángel Cantero una selección de sus últimos trabajos, todos ellos paisajes que rozan la abstracción y que han sido realizados, aunque el espectador no pueda apreciarlo, con múltiples técnicas, entre ellas el spray, como ayuda al óleo o a la acuarela

En los cuadros de Diego Benéitez el horizonte está situado en la parte inferior del lienzo, como si el cielo pesara sobre él y lo hundiera en la propia tierra. «A mí me gusta contextualizar el paisaje —dice— y de un paisaje que puede contener muchos elementos, una carretera, un árbol, un coche… pues elimino la mayor parte de los elementos hasta dejarlo resumido en un línea que funciona como paisaje y como abstracción a la vez».

En la serie de cuadros que expone en la galería de la calle Juan Madrazo, este artista resume efectivamente su visión del paisaje, quedando apenas el horizonte y, según el momento, unos puntos de luz o la insinuación de las siluetas arquitectónicas de un pueblo lejano. «Yo viajo mucho —explica Diego Benéitez— y me encanta guardar en la memoria esos momentos fugaces que vivo desde mi coche. Sobre todo disfruto de los instantes mágicos y fugaces que acompañan al amanecer o al atardecer. De ahí los colores cálidos que aparecen en buena parte de mis cuadros».

María Antonia Muriel habla así de la pintura de Benéitez: «Le interesa —asegura— representar el dinamismo de las formas, de las cosas, de los objetos, del aire en movimiento, el efecto de la velocidad al pasar, y eso es lo que permite al espectador vislumbrar un paisaje real, donde todo es cambiante, donde la quietud no existe, aunque si la tranquilidad. Sus paisajes urbanos, pese a la sensación de movimiento, desprenden tranquilidad, sosiego y soledad. Diego Benéitez percibe y expresa en su pintura, como nadie, unos paisajes vivos, en continua transformación y movimiento, donde la vida es eso, vida».

«Quizá en la obra de este pintor quede patente su participación en innumerables concursos de pintura rápida en los que todo tiene que resolverse en solamente unos minutos. Puede que ese sea el motivo de la simplificación del paisaje con la que el artista consigue efectos muy pictóricos. Son innumerables los premios que ha conseguido en ese incruento duelo al sol entre el artista, el paisaje y el tiempo. Pero en este caso se trata de otra cosa, de pintura seca, meditada, realizada en la soledad del estudio y que muestra la gran maestría de este artista zamorano», prosiguió esta experta en su análisis del trabajo de Benéitez.

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