Diario de León

CULTURA

Las casas más antiguas de León

Las últimas viviendas humildes que siguen en pie desde el siglo XV.

Esta casa pintada de amarillo es, previsiblemente, la más antigua de León. Situada frente a la muralla, se remonta a finales del siglo XV o principios del XVI

Esta casa pintada de amarillo es, previsiblemente, la más antigua de León. Situada frente a la muralla, se remonta a finales del siglo XV o principios del XVI

León

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No sólo los grandes permanecen. El edificio más antiguo en pie de León es, probablemente, la iglesia de Palat del Rey, aunque haya sufrido muchas remodelaciones desde su origen. Templos y palacios permiten hacer un recorrido por los últimos mil años de la ciudad —sin contar la muralla y los restos romanos aparecidos en excavaciones arqueológicas—. Pero pocas viviendas ‘del pueblo’ han sobrevivido de igual manera.

Pintada de amarillo y discreta en apariencia, es una casa vieja sin ningún interés, excepto por su ubicación, un esquinazo con vistas privilegiadas a la muralla tardorromana a lo largo de las calles Carreras y los Cubos. Sin embargo, se trata, probablemente, de la vivienda más vetusta de León, de finales del siglo XV. Y tiene su mérito, porque no es una casa nobiliaria, pero sí un ejemplo de inteligencia constructiva, porque supo ganar metros en un solar pequeño ‘volando’ hacia afuera la segunda planta. Tipología mudéjar que se repite en algunos de los inmuebles más señeros de la ciudad, como la casa, también pintada de amarillo, contigua a la iglesia de San Pedro, de planta más dos, como apunta el divulgador Juan Carlos Ponga, uno de los pocos que ha estudiado a fondo la arquitectura popular de la ciudad, aniquilada sobre todo en los últimos decenios.

El que fuera el mesón del Caño Badillo es un ejemplo de edificio del XVI, como consta en la licencia que pidió al Ayuntamiento para abrir este establecimiento adosado a la muralla. En la misma calle, aunque sólo mantiene en pie parte de la fachada, se sitúa el Mesón del Ángel, que en tiempos sirvió de parada y fonda a los arrieros.

En la calle de Puerta Obispo, algunas de las casas contiguas al edificio donde nació González de Lama se remontan al siglo XVII, aunque sería preciso quitar los sucesivos revocos de las fachadas para datarlas con exactitud. Unos metros más allá está la casa que hoy ocupa la Asociación Leonesa de Caridad, edificio renacentista perteneciente a acomodados labradores. Los últimos habitantes fueron los Cavero, una familia que se arruinó por las guerras carlistas. Este edificio fue una de las primeras sedes del Diario de León.

Algunos tramos de las calles Juan de Arfe y Puerta Moneda, en el corazón de la antigua judería, presenvan ‘el sabor’ de aquella época. De finales del XVII o principios del XVIII es la antigua casa solariega de los Lorenzana y Cavero, en la plaza del Grano, que se salvó por los pelos de la piqueta hace unos años. Esta plaza empedrada guarda las últimas señas de identidad de la arquitectura leonesa, que la voracidad constructiva liquidó en los ochenta en el barrio de Santa Ana, con sus clásicos soportales. Del XVII es la casa del regidor Hernando Villafañe, situada en la plaza de San Marcelo, coronada por un escudo de armas con la cruz de San Andrés y dos cruces de Santiago, cuyos bajos están ocupados por una conocida tienda de ropa masculina.

En Torres de Omaña se alza, imperturbable, la casa del cardenal Lorenzana, del siglo XVIII, sede de la veterana academia Minerva. En el solar de la calle San Pelayo donde se descubrieron los Principia —el cuartel general de la Legio VII— había una casa del año 1731 de la que sólo ha quedado la portada de arco elíptico.

Casas con firma

La llamada Casa de las Carnicerías, en la plaza de San Martín, es un edificio renacentista construido por el arquitecto Juan del Rivero. Fue mercado, pescadería y cárcel de mujeres. Caja España la convirtió en sala de exposiciones.

Junto al convento de las Concepcionistas, cuya portada es del siglo XIV, se alza la llamada Casa de los Acuña, con un arco encuadrado en un alfiz con dos escudos en las enjutas. Sólo iglesias, palacios y casonas nobiliarias preservan la firma de sus constructores. En cambio, el nombre de los arquitectos que diseñaron viviendas para el pueblo no ha perdurado. Desde Petrus Deustamben, arquitecto de San Isidoro y del palacio de Doña Berenguela —del que sólo se conserva la torre, dentro del colegio de las Teresianas—, o el genial maestro Enrique, que ‘magnificó’ el gótico en la Catedral, los inmuebles más singulares de la ciudad no han perdido su autoría.

Entre los maestros que han marcado la identidad de León destaca el salmantino Juan del Ribero Rada, que brilló en el siglo XVI. Gil de Hontañón, considerado uno de los mejores arquitectos españoles del siglo XVI, dejó su impronta en León en el Palacio de los Guzmanes. La Plaza Mayor, que se erige en 1677, según planos de Francisco del Piñal -—aunque parece que hubo un proyecto anterior del jesuita Antonio Ambrosio—, será durante décadas el centro vital de la ciudad.

A finales del XIX comienzan a ‘brotar’ casas singulares en el casco histórico, obra de Juan Madrazo y Kunt, Arsenio Alonso, Juan Bautista Lázaro o el mismísimo Gaudí.

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