Diario de León

PATRIMONIO

La espadaña que escondía piedra maragata

La reforma de la iglesia descubre el empedrado original del campanario.

La espadaña ya luce el empedrado original, que se construyó hace casi un siglo. En las otras dos imágenes se aprecia el estado anterior y el actual del campanario.

La espadaña ya luce el empedrado original, que se construyó hace casi un siglo. En las otras dos imágenes se aprecia el estado anterior y el actual del campanario.

Publicado por
A.G. VALENCIA | SANTA COLOMBA
León

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«A ciegas» confiesa el cura, Ángel Matilla, que comenzó hace unas semanas la restauración de la iglesia de Santa Colomba de Somoza. Una intervención que ha sacado a relucir una bella piedra maragata, escondida tras el revoque que a principios del siglo XX la relegó al olvido. Nadie quedaba ya en el pueblo que recordara cómo era aquella torre original. Se pensó que quizá fuera de ladrillo o de material menos noble. Sin embargo la sorpresa llegó con las primeras catas cuando se descubrió que efectivamente lo oculto era piedra de las canteras de la zona. El templo es románico y aún conserva en la torre parte de la construcción original. Pero, avatares del destino, en 1926, el párroco por aquel entonces de la localidad decidió «acabar con aquel túnel oscuro» como recogen las crónicas. Se acabó con buena parte del templo románico y en su lugar se prolongó la espadaña. Se construyó de piedra pero se tapó con arena y cemento y se pinto de blanco y rojo. La polémica no estuvo exenta, cuenta Matilla, aunque así se quedó durante casi cien años. Hasta ahora, que una cuantiosa herencia de 300.000 euros, ha permitido arrancar con los trabajos y sacar a relucir el empedrado oculto.

Aún se conserva en el templo parte románica, del siglo XII, en la torre, el porche y algunos muros. Esa piedra antigua que ahora conecta con una espadaña «mucho más bonita», aseguran los vecinos. La vieja contaba con un campanil, que cuentan, que un huracán lo derribó. Era la década de los 40 y se decidió reconstruirlo de ladrillo y volverlo a revocar igual que el resto. Ya nada queda de aquello y ahora esa parte más alta se ha hecho de nuevo en consonancia con el empedrado de principios de siglo.

Aquello se dio por zanjado en 1928, cuando Santa Colomba de Somoza atesoraba en proporción el mayor número de vecinos con carreras universitarias de España. Las crónicas lo recogen y aún los más mayores alardean de ello.

El deterioro y el tiempo hicieron mella en el templo y en la década de los 90, ya con Matilla al frente de la iglesia, se creó un consejo parroquial «muy entusiasta», dice, para acometer la mejora de la iglesia, acabar con las humedades, el empeoramiento y en definitiva, sacarla de la ruina. Sin embargo, hace ya más de veinte años no se tocó a la espadaña. Doce millones de pesetas costó aquella obra que logró lavar la cara al templo. La piedra se rejuntó y se limpió, pero ni de lejos se llegó al reboque del campanario. Hasta tocaron varios reintegros y pedreas en la lotería que se vendió, incluso en Madrid, para acometer la mejora. Los años siguieron pasando y hace aproximadamente tres el destino quiso que las miradas volvieran a centrarse en la parroquia. El fallecimiento de Matias Criado Pollán legó al la iglesia una importante herencia. De los 300.000 euros que dejó el vecino ya se han invertido 100.000 en la parroquia. Las obras aún siguen y la piedra maragata se ha entendido a la perfección con la románica que le sigue en la torre.

Y es que de Románico entienden en la zona, Turienzo tiene un importante legado y un curso de la ULE, alusivo al arte, cerrará la próxima semana en la localidad. De la conservación del Patrimonio, dice Matilla, que es algo imprescindible. «Si nuestros antepasados lograron hacer estas obras, nuestra obligación conservarlas y mejorarlas».

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