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«Creo más en los niños y en el pueblo que en los rockeros y los actores»

Víctor Coyote presenta hoy en León su acertado último disco ‘De pueblo y río’.

Imagen del cantante Víctor Coyote.

Publicado por
pacho rodríguez | data
León

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Víctor Coyote hace saltar por los aires toda entradilla, porque interesa más lo que sigue. Lo que dice...

—Parece que este De pueblo y río, junto a los muchos conciertos que lleva encima, sí ha alcanzado el foco de cierta atención, tanto en público como en crítica, y en redes sociales. ¿Lo percibe usted así?

—Por un lado, sí. Por otro, al ser un disco de versiones tiene algo de incontestable. También es verdad que yo me he currado bastante todo lo de la difusión en redes. El formato en directo, tanto en dúo (o con Pablo Novoa o con Ricardo Moreno) como en trío, están muy contundentes los tres.

—Pero son versiones bastante personales, tanto en la elección como llevadas a su terreno. Verbenita, Havemos de ir a Viana, Río de lágrimas... Hay folclore, tradición, canción popular...

—El repertorio del concierto se basa en una primera parte que es en torno al disco, y una segunda más rítmica, igual más rockera. No tiene mucho sentido, o sí, hacer Satisfaction salvo que lo hagas como Devo. Un artista lo que tiene que ofrecer es algo con personalidad. A veces funciona sin personalidad. Pero a mi me gusta que sea así. He hecho las versiones que he querido y como he querido. Con más guitarras, pero con ritmo. O mejor dicho, con más rítmica. Que en el mundo de la música popular española brilla por su ausencia. Es difícil encontrar un batería que no haga siempre lo mismo, por ejemplo.

—Con Pablo Novoa y Ricardo Moreno como acompañantes acertó, ¿no?

—Estoy encantado con ellos. Pablo, que además es el productor del disco, controla mucho. Luego pasa que todo el mundo controla de lo que controla. Hay cosas sobre las que puedo saber más yo. Porque, por ejemplo, del joropo en el mundo del rock no es que haya mucho... Ricardo es más parecido a mi, más intuitivo, igual menos académico.

—Bueno, son tres nombres con mucha historia...

—Pero sería engañar al público si nos presentáramos como supergrupo, porque no lo somos. No cantamos canciones ni de Los Ronaldos, ni de Golpes Bajos, ni de Los Coyotes. Hay que ser honestos. Con todo mi gusto están ellos, pero es un concierto de Víctor Coyote.

—¿Y estos conciertos están gustando a gente nueva, a gente mayor o más joven?

—El disco gusta, sí. Y ha sorprendido también a gente joven. La gente rancia igual prefiere más eso de Lila Downs y Niña Pastori.

—No le gustó, parece...

Lo intenté. Pero me veo sumergido en el mainstream más pesado. No tengo nada en contra de los arreglos convencionales. Ya los hacían muy bien Elvis Presley o Frank Sinatra. Pero ese no es mi nicho. Igual, desafortunadamente, porque así me va. Alguien tiene que hacer el trabajo sucio de un disco de versiones no convencionales.

—A usted se le va a ver porque no es convencional.

Los Hombres G no pueden cantar canciones nuevas porque se las abuchean. Mi poco público, en cambio, me lo permite.

—¿Va a contar muchas historias en este concierto de Cabornera?

—Canto y ya está. Digo algunas cosas pero no pertenezco al club de la comedia. No llevo monólogos. Mi parte teatral me la reservo para otros proyectos.

—¿Se siente cómodo en el espacio musical que ocupa: alternativo pero siempre con el reconocimiento de grandes gurús como, por ejemplo, Jesús Ordovás?

—Queda muy bien decir que Coyote es muy bueno y no oírlo nunca. No escuchan Verbenita, escuchan Satisfaction . El otro día me decían que mejor los Rolling que los Beatles, o al revés. Y yo digo: ¿pero en qué agujero temporal me he metido?

—Y usted, entonces, ¿qué nos recomienda?

—Voy descubriendo cosas. Por ejemplo, me gusta lo que hace Bruna Viola. También, Benjamin Clementine. De aquí, Pablo Und Destruktion. También está bien lo último de Silvia Pérez Cruz. Pero últimamente he ido a ver a grandes mitos de la canción: Bob Dylan y Marc Anthony...

—Vaya mezcla explosiva que se hizo.

—Hombre, claro, Dylan es más importante, es mejor, y me gusta más. Pero en el de Anthony no vi a nadie. Pensé: pues sí que es grande este mundo. La única cara conocida fue la de una actriz: Juana Acosta. Me hizo pensar que el problema es que la gente que dice que no tiene prejuicios es la que más prejuicios tiene. Con este que te dice que es muy generoso y amigo de sus amigos, hay que tenerlo claro: es un cutre y un hijo puta. Vivimos entre una legión de rockeros pesados llenos de prejuicios. Ese concierto estaba lleno de gente guapísima de todas las partes del mundo. Creo que estoy creyendo mucho más en el pueblo. En los niños y en el pueblo. Y menos en los rockeros y los actores.

Lugar: Merendero Suárez.

Hora: 20.00

Entradas: gratuita.