Diario de León

Pretty Things llega al Gran Café a demostrar que la leyenda continúa

Su líder, Dick Taylor, perteneció al grupo que luego se llamaría The Rolling Stones.

The Pretty Things, hoy en concierto. Segundo y tercero por la derecha, Dick Taylor y Phil May.

The Pretty Things, hoy en concierto. Segundo y tercero por la derecha, Dick Taylor y Phil May.

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pACHO RODRÍGUEZ | MADRID
León

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Dick conoce a Phil y abandona a los que serían los Rolling. ¡Sí! Los que iban a ser Stones. Un día raro lo tiene cualquiera... Fin de la historia. Al menos, de una parte. Mick Jagger, voz; Keith Richards, guitarra; Dick Taylor, bajo; más Brian Jones, también a la guitarra, eran Little Boy Blue & The Blue Boys. Esta formación por tanto sería embrionaria, al menos en lo cronológico, tanto de The Rolling Stones como de The Pretty Things, el regreso a León más sonado, merecido y más por todo lo alto que se puede reivindicar en El Gran Café, según gran parte de la parroquia. Flexiones en la barra, incluidas, como anécdota para los más devotos.

La banda de Dick Taylor y Phil May desembarca hoy en León y son muchos ya los que se frotan las manos, porque la leyenda que llega lo hace cargada de contenido, de mirada hacia adelante. Dice un experimentado guitarrista y profesor, Pipo López, que al final volverás al blues. En alguna de sus vertientes, pero volverás. Y Taylor y May llevan toda la vida regodeándose en ese estilo sin derivar en hacerse multimillonarios o carne de anuncios para bebidas de refresco. Lo suyo va por otra carretera, que de tan secundaria se convierte en imprescindible. Tal vez, también, sin éxitos despampanantes que por obligación los hubieran subido a ese carro. Pero sí con un repertorio cargado de concepto.

Lo que hacen The Pretty Things en pleno 2015 es lo contrario a vivir de las rentas. Pagan sus facturas actuales con los conciertos que dan en escenarios de lo más diverso, y consiguen arrancar en sitios como el Gran Café la maquinaria imparable del rock and roll. Y son, antes de entrar en su suculento repertorio, herederos y protagonistas coetáneos de nombres como Jimmy Hendrix o Wilson Pickett. Todos se veían en locales pequeños mientras se fraguaba la leyenda, lo que hace que se pueda decir que The Pretty Things son ahora selectos miembros del club de los padres del rhythm and blues, londinense, para ser exactos, como epicentro de lo que vendría después. El mérito consiste también en haber estado allí. Hay tantas razones para ir a verlos como para volver a uno de sus conciertos. Como leyenda incombustible, despachan una sesión de rock, rhythm and blues, psicodelia... En definitiva, rock and roll sin un gramo de impostura. Han vivido las épocas históricas mientras se escribían. El azar los llevó a no caer en la mercadotecnia y sí haber firmado discos que crearon estilo antes de que la industria los encasillara.

Creativamente, la capacidad de The Pretty Things para ser pioneros queda corroborada en discos como su homónimo de 1965; o su, destacado siempre, Parachute (1970). O su curiosa aportación en 1968, como demostración de que llegar antes es a veces una desventaja, puesto que, cuando ese año lanzan S. F. Sorrow , los convierte en inclasificables hasta que se descubre que aquello era la primera ópera-rock, que tanto predicamento tuvo después con mayor o menor acierto.

Su presencia en León también sirve como demostración de que la carretera del rock and roll es sinuosa y llena de imprevistos. Dick Taylor y Phil May lo saben. Y con altibajos han sabido sobreponerse. Junto a ellos, una base rítmica en la que depositan las dosis de energía que requieren sus conciertos, y con la que aseguran un combo compacto perfectamente engrasado en el que abordar el choque generacional sería una horterada. Tal vez, para regocijo de sus fans, está su repertorio de largo recorrido. Aunque en el debe se podría añadir la ausencia de un trabajo discográfico desde hace más de quince años, que se antoja imprescindible para un grupo en activo.

Teniendo en cuenta su afición por las giras y su predisposición para atacar cualquier escenario, puede pensarse que las musas les pillan siempre en la furgoneta. Cargando y descargando equipo, que tampoco han dejado de hacerlo. Es esa vida transversal por y para el rock and roll la que constituye su principal motivación, que demuestra que la leyenda de The Pretty Things continúa, como si los años no pasaran en balde.

Lugar: el Gran Café (Cervantes, 9).

Hora: 22.00.

Entradas: anticipadas a 12 euros en Elektra Cómics, La Mona y el Gran Café. En taquilla, 15.

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