Diario de León

TRADICIÓN

El rey sonoro de la montaña

El primer festival Veiga de Viechos incluirá una ‘xunta’ de acordeonistas leoneses en tributo a este icónico instrumento .

Lisardo de Villasecino, Pergentino de Truébano, Evaristo ‘el Ciego de Cuevas’, Firmo de Quintanilla... son nombres de músicos ‘clásicos’ para la montaña occidental, auténticos ases del acordeón a quienes los nuevos talentos de este instrumento rendirán homenaje, entre el 21 y el 23 próximos, en el festival babiano Veiga de Viechos, que quiere llegar a convertirse en el gran certamen folk de todo el Noroeste leonés

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E. GANCEDO | LEÓN
León

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Cuando los mineros de la primera ‘marcha negra’ llegaron por fin a Madrid después de mucha meseta andada y sufrida, lo hicieron al son de Santa Bárbara Bendita tocada al acordeón. Cuando los pastores que se habían pasado el verano entero viviendo en las brañas y pastos de altura bajaban al pueblo, armaban un baile en el que de ninguna de las maneras podía faltar el acordeón. Y, en fin, en innumerables romerías, festividades y calechos montañeses, el maestro de ceremonias indiscutible era siempre el ‘curdión’, instrumento que también será protagonista, los próximos días 21, 22 y 23 de agosto, en el primer festival Veiga de Viechos, localidad babiana en la que, además de tocar seis grupos de folk, servirá de escenario para un ‘xunta’ de acordeonistas leoneses (el sábado a mediodía) que rendirán homenaje a un objeto icónico, con fuerte tradición en toda la Montaña Occidental.

Tradición que conoce muy bien el organizador del evento, el acordeonista Norberto Magín, estudioso de la historia musical y quien recuerda a este periódico que, a pesar de su relativa juventud, el acordeón arraigó muy bien —por medio de la revolución industrial y la minería— en las cuencas y valles leoneses. «El acordeón nace a principios del siglo XIX en Viena y rápidamente es un éxito entre el pueblo, incorporándose a casi todos los folclores del mundo», comenta. ¿Y cuál es la razón de ese triunfo? «Por su versatilidad, los acordeones eran, digámoslo así, los iphone de la época: un solo músico hacía el trabajo de tres, además de la facilidad de su aprendizaje... Se necesita mucho tiempo hasta hacer sonar medianamente bien una gaita, pero con un acordeón, si se es un poco mañoso, en un día ya se puede tocar una melodía», explica este musicólogo.

Los primeros en llegar a la Montaña fueron los acordeones diatónicos (o de botones), que hoy están resurgiendo con fuerza por su sugerente y más esencial sonido, seguidos poco después por los cromáticos (o de piano). «Los que podían los compraban, pero otras veces eran los mozos de los pueblos los que juntaban dinero para comprar uno, generalmente diatónico o como lo llamaban en Riolago, ‘acordeón de doble’. Al final lo tocaban dos o tres, y generalmente familia», contextualiza Norberto Magín. Así pasaba con Antonio Barrio Fernández y Julián Barrio en Cubillas de Arbás, Adelina Álvarez Menendo y Florentino Álvarez Menendo en Riolago, y Aurora Álvarez Redondo y Pergentino Álvarez Redondo en Truebáno.

Los Prieto, los Brañas, los Salvador… poco a poco comenzaban a formarse las que serían auténticas sagas de buenos músicos. «En cada casa había un acordeón y gente que quería serruchar con él —prosigue Magín—. También fue la época en la que se creó el concepto de gira: los acordeonistas iban de pueblo en pueblo, en bicicleta y con el acordeón a la espalda, y las familias de los músicos de entonces suelen recordar con emoción cómo andaban todo el día trabajando en el campo o en la mina para más tarde coger la bici e irse a tocar por ahí».

Auténticas sagas

Pero, como argumenta este experto, andar atravesando los montes entrañaba a veces no poco peligro, sobre todo a cuenta de las alimañas. La familia de Magín de Lago cuenta que éste tuvo que esconderse en una mina porque le perseguían los lobos, y los de Pergentino describen cómo se vio obligado a tocar el acordeón en medio del camino para ahuyentar a la temida bestia. «No obstante, en las fiestas de los pueblos eran tratados como un invitado más, se les acogía en alguna casa y se les daba de comer», añade Norberto, quien lleva recopilados los nombres y trayectorias de muchos músicos montañeses.

«En un tiempo en el que no existían los tocadiscos, Internet, el mp3, y aun las radios eran raras, el músico se veía como imprescindible». Y enumera: Lisardo de Villasecino, Pergentino de Truébano, Salvador de Villanueva de Omaña, Firmo de Quintanilla de Babia, Secundino de Huergas —había estado en Argentina y de allí se trajo un bandoneón—, Nemesio de Torrestío —actualmente más conocido como gaitero—, Gubierno de Orallo, Firme el Salentano (casado en Rabanal), Magín y Albino de Lago de Babia, Evaristo de Cuevas —El ciego de Cuevas—, Otimio el de Peñalba, Aurelio de San Miguel de Laciana, Plinio González Morán de Mora de Luna…

Son los ‘clásicos’ de la comarca, una serie de sufridos y apasionados músicos ambulantes a los que habría que añadir no pocos acordeonistas aficionados. «Algunos eran tasqueros y aprendían a tocar el acordeón para entretener a la clientela, de éstos, por ejemplo, he recogido el testimonio de Elpirio el de La Ruta o Pedro de Tejedo de Sil», dice Norberto Magín, avisando de que esta tradición no se ha perdido del todo: «Hoy, el tabernero de la Posada de Vega de Viejos sigue manteniéndola».

Después llegarían otros inventos sonoros, sobre todo la batería. «Curiosamente, los nuevos instrumentistas nacían del entorno familiar de los acordeonistas. Hermanos, padres, hijos y cuñados formaron agrupaciones de acordeón y batería. Y alguno terminó tocando en bandas que practicaban el estilo de moda a partir de los sesenta, el rock. De entre estos podemos citar a los hijos de Gubierno (Loli y German del grupo Ceda el Paso) y Manuel el de Pergentino. Otros se especializaron, como la hija de Geni, María del Mar García Tablado, que es la actual profesora de acordeón en la Escuela de Música de Villablino».

En la actualidad

Más tarde llego la electrónica, y con ella los instrumentos electrónicos y los equipos de sonido. «Al principio se trataba de un altavoz para el acordeón, después ya eran dos, tres, cuatro, luces cegadoras, etapas de sonido… hasta los actuales y conocidos megacamiones escenario. No obstante, ese es otro tema», repasa Magín, quien destaca la importancia de una generación-bisagra antes de hablar de los jóvenes actuales. Y es que el éxodo rural y la búsqueda de una estabilidad laboral hizo que muchos dejaran aparcados sus instrumentos hasta que un día decidieron retomarlos, recibiendo alguna clase, juntándose para tocar o formando grupo. «Es el caso de los hermanos de Riolago (Leonardo y Ubaldo), Manuel de Truébano, Norino de Torrestío, Julio de Cospedal, Manolo de Huergas, Lorencín, también de Huergas, y Aníbal de Riolago», algunos de los cuales estuvieron presentes este sábado en otra ‘quedada’ de acordeonistas que tuvo lugar en San Emiliano. Eso sin olvidar a Javier Beltrán en Omaña, a Elicio Barrio en Cubillas de Arbas, a Amaro Sierra en Sabugo o a Pepito en Sosas.

¿Y hoy? «Pues hoy ya hay de todo, desde herederos de grandes familias musicales a nuevos músicos que nacen de las enseñanzas del conservatorio...». Y así, contamos ahora con Borja Rodríguez Tablado, con Sofía Miguelez y con el propio Norberto Magín, que ya han terminado sus estudios superiores en Oviedo, o la con talentosa Ana Sarmiento que los está finalizando en la Escuela Superior de Música de Cataluña. Y las grandes sagas han alumbrado a Elicio de los Barrio, a Luis Ángel de los Prieto, a Hugo de los Álvarez, a José de Elpirio el de La Ruta y a aquellos que han seguido manteniendo viva la tradición del músico de pueblo, como Manolo Garrido, ahora a los mandos de la trikitixa, la Chocarela de Caboalles de Abajo o Mari Carmen Testa de Rabanal de Abajo, entre otros..

Y muchos de ellos estarán, dentro de dos fines de semana, arrancando chanos y agarraos al rey sonoro de la montaña.

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