Memorias de un cura de Lois

Calle Covadonga para arriba, calle Covadonga para abajo, León capital. Esos fueron los últimos, y muchos, paseos de Salvador Alonso, homenajeado hoy como acto central en la Semana Cultural que organiza la Cátedra de Lois junto al Instituto Leonés de Cultura, en reconocimiento a su trayectoria como sacerdote y como divulgador de las virtudes de la montaña leonesa, en este caso la Oriental, la de Las Salas, Riaño y demás, o el propio Lois, aunque podría haber sido cualquier otro valle de la provincia.

Pero, en realidad, ese pequeño paseo de jubilado es un recuerdo expansivo que le lleva al seminario, a Cuenca, Roma, El Vaticano, y las academias.

Y el periplo glosado hoy por Julia Alonso, sobrina del sacerdote, que tuvo en la capital conquense su lugar de logros, y en donde alcanzó sus más altas cotas en el ejercicio de su vocación, remite también a la España y el León de la guerra, la dictadura y la democracia, como un todo que se realiza en su otro perfil, que es el de historiador, en cuya labor dejó un amplio espacio para lo local.

Como montañés, esa placa en recuerdo que lucirá la fachada de su casa de nacimiento en Lois, también sirve para rememorar la tradición oral, que tanto practicó y que también en su retiro leonés ponía en práctica en cualquier banco del parque de San Francisco, en improvisada y concurrida conversación. O en su casa, en visitas que encontraban en él a un hábil contador de historias y con conocimiento de lo global a lo particular.

Cambió el milenio y cambió la vida, y la de Salvador Alonso es la de un testigo de la Historia y la de un amante de León, que como otros muchos encontró el éxito en otro lugar. Allí, en Cuenca, logra llegar a ser canciller secretario de Cámara del obispo, entonces Inocencio Rodríguez, natural de Santa Olaja de la Varga. Pero es el 31 de mayo de 1958 cuando ocurre un hito en su carrera al ser nombrado prelado doméstico de Su Santidad el Papa. Y el 30 de junio de 1964, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando le nombra académico correspondiente en Cuenca.

«Previamente, claro está, ingresa en el Seminario Conciliar de San Froilán de León, donde estudió Filosofía y Teología, consiguiendo la calificación de Meritísimus. Los dos cursos siguientes estudió en la Universidad Pontificia Eclesiástica de Burgos, terminando con la misma calificación de Meritísimus», según explica su sobrina Julia Alonso en representación de la familia, y que relatará en su intervención en el acto principal de esta semana cultural de Lois, que tendrá lugar hoy a las 18.30 en la iglesia de Lois, conocida como Catedral de la Montaña, y tras el que, en procesión cívica, los asistentes se trasladarán hasta la casa en donde nació Salvador Alonso donde será descubierta una placa en su honor.

Otro dato importante relativo a la montaña y el homenajeado es el que se refiere a cuando fue ordenado sacerdote un 25 de mayo de 1929, y al que sucede, el 3 de julio de ese mismo año, la celebración de su primera misa en la iglesia parroquial de Las Salas. Aunque, en este caso, se puede asegurar que el hijo de Benito Alonso Fernández, natural de Lois, y de Anselma Fernández Fernández, nacida en Salamón, tiene un mérito casi mayor al afrontar la orfandad familiar y responsabilizarse de sus hermanos Manuela, Rosario, Salustiano, Justa, Secundina, Aurora, Paulina, Valentín y Tarsila.

Gracias a la Cátedra de Lois, ahora se reivindica su vida y obra desde su kilómetro cero, esto es su casa de nacimiento.

Aunque muchos de la montaña recuerden más a ese cura de Cuenca sentado en la casa familiar en la carretera de Las Salas, en donde pasaba horas en el banco por el que también discurre la vida colectiva de una montaña a la que un día le expropiaron el presente y otro le aguaron el futuro. Ahora quedaría por poner en valor su archivo personal para que su legado no sea tan sólo la memoria de un instante.