‘Juego de Tronos’ en Las Médulas

Javier Pérez ha hecho un viaje en el tiempo de 1.872 años en apenas seis meses. El escritor leonés ha saltado de la Guerra Civil a la época astur. Tras adentrarse en las conspiraciones europeas previas a la II Guerra Mundial, con el explosivo cóctel de la contienda española como enorme campo de pruebas en Violín negro en orquesta roja, el escritor cumple el sueño de publicar una novela de aventuras que se desarrolla en su tierra. Llara , que verá la luz el día 22, es un Juego de Tronos ambientado en Las Médulas. Javier Pérez conducirá al lector al año 54, a una comarca donde conviven hombres libres —los romanos— con esclavos —los astures que extraen el oro—.

Reconoce el escritor que la novela transcurre en Las Médulas por una única razón: «Quiero dar a conocer mi tierra». Fue entonces cuando se le ocurrió que «nada mejor que las rebeliones de los astures». Llara, amante de Publio Gaius Inco, gobernador de las minas, huye de su lado y consigue organizar un ejército de hombres que se alzará contra los romanos. Los protagonistas son fruto de la ficción, porque «conocemos a muy pocos personajes históricos y no quería cometer deslices», explica Javier Pérez. El autor de La crin de Damocles (premio Azorín 2006), El gris y La espina de la amapola, ambienta su nueva epopeya en un momento convulso en el noroeste de Hispania, donde los romanos simbolizan la tecnología, con sus acueductos y sus grandes obras hidráulicas, frente a los astures, que tienen mayor conocimiento de la naturaleza. Y en ese enfrentamiento entre el hombre tecnificado y racional y el hombre apegado al terreno, surge una mujer de una belleza abrumadora y una extraordinaria valentía. «Me gustan las protagonistas femeninas, porque tienen más coraje».

Las mujeres, según Javier Pérez —que en 2001 ganó el Premio de Narrativa Femenina— «son las que tienen la magia». El mundo esotérico es uno de los elementos cruciales de Llara , y lo sufrirán tanto los romanos como los astures. «Todos tienen que enfrentarse a su destino, a la fatalidad», dice.

El escritor reconoce que esta novela la ha escrito «con más corazón»; y las anteriores, «con más técnica». «Mis otras novelas son bastante complejas y oscuras, mientras que Llara es más visceral». Es un canto de amor y de pérdida, una historia de venganza implacable, un viaje de descubrimiento interior.