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FERIA DEL LIBRO

Viaje al pasado en León

Chema Blanco muestra en San Marcelo las técnicas de los antiguos fotógrafos

Javier Fernández Zardón, colaborador del Diario, se prestó alegremente a ser retratado

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MARCELINO CUEVAS | LEÓN
León

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El de ayer fue día de fiesta en la escuela. Y el fotógrafo que avisó de su llegada por carta certificada al director ha aparecido en el patio con el enorme cajón de su máquina fotográfica, su mapa de España y ese globo terráqueo que a los muchachos les gustaría emplear como balón de futbol.

El primero en posar es Javier, no le gusta nada que le llamen Javi, y es el primero porque ha sacado la mejor nota en el examen que acaban de hacer a toda la clase: la lista godos, los ríos de la vertiente atlántica de la península con sus afluentes, y el Yo Pecador. Javier lo ha recitado todo como un papagayo dispuesto a con seguir siendo el primero a la hora de posar, pues le han asegurado que al retratista, muchas veces, se le acaba el magnesio antes de fotografiar a todos los alumnos.

Y ahí le tienen, con su muchirrísima prisa de siempre, como el conejo blanco de Alicia, con su inseparable sombrero que nunca abandona porque es friolero y porque sobre él los palos del maestro son más llevaderos que sobre el cráneo desnudo. El chaval, que tiene novia formal en el vecino colegio de las Teresianas, piensa regalarle la foto a la chica.

La historia del fotógrafo también es interesante: ha creado su propio escenario frente al viejo Ayuntamiento, justo en el lugar en el que hasta bien entrados los años cincuenta se situaban sus colegas de la ‘foto al minuto’. En la zona muerta que quedaba entre la casa de Poridad y el Teatro Principal, justo frente a la mezquita de Ben-y-mea, primer gran palomar de la ciudad y estos días sede de la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión.

Chema Blanco es de Valladolid, fotógrafo artístico y, como dice, de la ‘BBC’ («bodas, bautizos y comuniones»); vamos, lo que se dice todo un profesional, pero desde hace año y medio ha decido volver a los orígenes como una forma diferente de ganarse la vida. «No ha sido fácil —dice—, porque todas las técnicas de los fotógrafos minuteros están olvidadas, he tenido que investigar mucho sobre aquellos pioneros que viajaban de pueblo en pueblo y de fiesta en fiesta. Yo me muevo por toda Castilla y León buscando eventos culturales como esta feria del libro».

‘El Minutero’

Estos ‘cajones fotográficos’ lo tienen todo, son como las Polaroid de hace más de un siglo. Un objetivo, un soporte para el papel fotográfico, los productos químicos pertinentes, y mucha ciencia artesanal. Un recuerdo vivo de aquellos retratistas que eran los únicos capaces de entregar las fotografías en unos pocos minutos, aquellos retratos que servían para enviar en los largos noviazgos por correo o a la familia que había emigrado a Argentina o Cuba.

‘El Minutero’ de Chema Blanco es un proyecto muy especial que nace con la pretensión de rescatar del olvido la labor de estos grandes profesionales, los únicos fotógrafos que trabajaron en público, en directo, delante de su cliente y sin derecho a equivocarse. Ahora todos podemos disfrutar, cien años después, de ‘El Minutero’ que estará cada fin de semana en una Feria del Libro Antiguo y de Ocasión que se clausurará el 1 de noviembre.

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