CULTURA
Las máquinas del tiempo de Peñalba
La profesora Vanessa Jimeno desentraña los mensajes medievales del monasterio.
Eran reflejos espontáneos de la vida de los moradores del monasterio y se han convertido en una fuente de información única, tanto desde el punto de vista artístico como del histórico y religioso. La historiadora Vanessa Jimeno, profesora en el Centro Universitario de Estudios Hispánicos. Hamilton College, acaba de presentar las conclusiones de su investigación en la iglesia de Santiago de Peñalba. Animales, leyendas, figuras de monjes... Entre los trazos que los fieles y los monjes plasmaron en las paredes del templo hay modelos iconográficos, símbolos, ensayos previos a la decoración pictórica, nombres de personajes relevantes en el cenobio y oraciones habituales en los oficios religiosos. Y la mayor parte de ellos fueron realizados a lo largo de la Edad Media, desde el siglo X hasta el siglo XV «Responden, por tanto, a distintos autores, manos y razones. Esta heterogeneidad de motivos, junto con su carácter circunstancial, instintivo e improvisado, no permite extraer mayores inferencias que afecten a la totalidad de su conjunto. Pero precisamente es esta disparidad la que ofrece una visión rica y variada, al tiempo que da cuenta del carácter intemporal y mutable de los edificios en los que se encuentran», destaca Jimeno Guerra. Las figuras más numerosas son las de tipo geométrico. Dibujos cruciformes semejantes a la cruz de Peñalba, nudos de Salomón —que en el ámbito cristiano se explican como la simbiosis entre la cruz y el laberinto, por lo que frecuentemente ha sido interpretado como emblemas de la divina inescrutabilidad—, esteliformes, representación de la vida eterna—, circulares, lineales y cruciformes.
Una de las figuras antropomorfas más importantes de todo el conjunto es la que representa a un hombre que ostentaría un cargo religioso, a tenor de su atuendo y la posición de sus manos, las cuales parecen estar en actitud de bendecir. «La figura está ataviada con un manto con capucha apuntada y una túnica decorada con franjas verticales y horizontales que poseen una gran similitud con la decoración de las vestiduras coptas, así como con aquellas que cubren a los obispos en las miniaturas medievales», desvela Vanessa Jimeno. resulta extraordinariamente curioso que en la parte posterior de su calzado aparecen unas líneas horizontales que se pueden identificar con espuelas y que aluden a los desplazamientos a caballo que tenían que hacer los monjes desde Peñalba a otros lugares. La profesora sostiene que esa figura podría representar a Genadio, obispo de la Diócesis y fundador de este monasterio. Además, el nombre del religioso aparece grabado en la piedra del templo como uno de los motivos epigráficos que más se repite, hasta en cinco ocasiones.
Otro tipo de inscripciones son aquellas a las que las suponemos una cierta funcionalidad litúrgica, nemotécnica, pedagógica o, incluso, ilustrativa. Algunos de ellos actúan como recordatorio para los monjes en los momentos de oración. Es el caso de las palabras Vir Erat que fueron incisas en al menos dos ocasiones sobre el torso del obispo inciso en el muro sur y referencia al salmo Vir erat in terra Hus: Había en el país de Hus un varón, del Libro de Job.