Diario de León

CULTURA

Toro Sentado en el Thyssen

‘La ilusión del Lejano Oeste’ explora por primera vez en un museo español la visión de los artistas del XIX de los primeros pobladores de Norteamérica.

Retratos de algunos jefes indios, dentro de la exposición ‘La ilusión del Lejano Oeste’, que exhibe el Museo Thyssen.

Retratos de algunos jefes indios, dentro de la exposición ‘La ilusión del Lejano Oeste’, que exhibe el Museo Thyssen.

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MIGUEL LORENCI | MADRID
León

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Toro Sentado, Gerónimo, Cara Blanca el Hombre Nube y otro buen puñado de jefes indios se aposentan en el museo Thyssen-Bormemisza. Por primera vez un museo español explora la forma en que el hombre blanco percibió y perpetuó al piel roja. Cómo los artistas del XIX reprodujeron e interpretaron la realidad y la cultura de los primeros pobladores norteamericanos.

Ntivos apache, pies negros, comanche, siux, dakota, navajo, hopi, crow y un inacabable etcétera que, además de dominados, fueron pintados, fotografiados, esculpidos, narrados y filmados por artistas, colonos y conquistadores anglocéntricos. Ofrecieron una visión a veces idealizada y a menudo deformada de las primeras naciones americanas. De unas costumbres y ritos ancestrales que se tragó el huracán de la historia y cuya huella artística rastrea ahora el Thyssen en un muestra que para su director, Guillermo Solana, es «refrescante y rejuvenecedora».

«Habla de la escisión entre un territorio natural y una cultura que sufrió la invasión y el choque de civilizaciones», resume. Un tipi, la tradicional tienda india plantada en el jardín del museo, recibe al visitante de la exposición de la que es comisario es Miguel Angel Blanco. Sigue los pasos de los artistas americanos que se adentraron en los desconocidos territorios del Oeste. Los que descubrieron unos paisajes exóticos y seductores, y representaron las formas de vida de las tribus indias, unos modos de vida que desaparecían ante sus ojos por efecto de la invasión.

Territorio salvaje

«Es un viaje a lo mas profundo del lejano Oeste», resume el comisario, elogiando el arrojo de unos pioneros que con sus cámaras, caballetes, pinceles y plumas a lomos de caballerías o en carretas «hicieron visible el mito de un territorio salvaje, paradisíaco y peligroso, de una grandiosidad natural asombrosa». Contribuyeron a crear esa «ilusión» del ignoto Oeste que en el siglo XX consagraría el cine, con sus deformaciones, bajo el prisma eurocentrista del invasor y que, según el comisario «combinaba el entusiasmo y la admiración con los tópicos, prejuicios y expectativas del hombre blanco».

Con un prólogo dedicado a los exploradores españoles -que establecieron los primeros contactos con las tribus al oeste del Misisipi y firmaron con los comanches «el único tratado de la historia de Estados Unidos que duró largo tiempo»- se abre un recorrido en seis apartados. Muestra el vasto territorio indígena a través de pinturas y fotografías de Karl Bodmer, George Catlin, Albert Bierstadt o Edward S. Curtis, entre muchos otros. Su curiosidad permitió documentar, entre la precisión y la licencia etnográfica, costumbres, rituales y fisionomías de etnias muy diversas.

El grandioso paisaje del Oeste es protagonista destacado de la muestra en las obras de Albert Bierstadt o Thomas Hill. Pintaron «con ambición escénica la tierra prometida» y reprodujeron parajes legendarios como el Gran Cañón, las caprichosas formaciones rocosas, la magnificencia de las grandes praderas pobladas de bisontes o el mítico Yosemite. Barak Obama eligió como decorado para la ceremonia de inicio de su mandato en 2009 ‘Vista del valle de Yosemite, pintada en 1865 por Thomas Hill y que está en la muestra.

Las primeras tribus

Algunas obras proceden de la colección Thyssen. No en vano, el difunto barón fue un amante del arte relacionado con la conquista del Oeste y compró piezas de Henry Lewis, George Catlin o Thomas Cole. También la serie completa de grabados que Bodmer realizó entre 1839 y 1843. Se titula Viajes en el interior de Norteamérica y es un inventario étnico y gráfico de las primeras tribus. De las 77 estampas iluminadas a mano que conforman la serie, se exhiben casi cuarenta. Carmen Thyssen, que continuó la colección, recordó en la presentación que durante su matrimonio Lex Barker, actor en varias películas del Oeste, adquirió obras y objetos de la época.

Otro plato fuerte son los retratos de la Galería india de George Catlin, jamás vistos antes en España, y las fotografías originales de Curtis. Retratos de jefes como el dakota Toro Sentado, el apache Gerónimo, el nez percé Joseph, el assiniboine Hombre Nube, el siux Cara Blanca o el crow Dos Silbidos, cedidos por la Biblioteca del Congreso de EE UU.

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