MINORÍAS ABSOLUTAS
Olleros
Hace unos días Julio Llamazares hablaba de sus recuerdos en esta comarca. De cuando su padre fue maestro hace ya 50 años y había multitud de escuelas que generaban la ilusión de un futuro para todos los hijos de mineros.
Hace 30 años yo estudié en esa comarca. Mi familia, familia de mineros, es de Sotillos de Sabero, y aunque era muy rapaz, guardo recuerdos de aquella época. Los recuerdos del pozo, del desmonte, donde en ambos tenía a tíos y a mi abuelo trabajando, son intensos. Pero me acuerdo muy especialmente de la escuela. Ese 1º de EGB lo estudié en una escuela unitaria. De primero a octavo en la misma aula fría –la estufa estaba en el recibidor de la escuela- . Todos los días subía a la escuela con ilusión y asombro. En los inviernos, al bajar a casa –vivía en las colominas- la nieve por encima de las rodillas hacían angustioso el viaje. El dolor de frío siempre quedó prendido y es hoy el día que me calma saber a qué sabe. La nieve se volvió desde aquel entonces cómplice. Llegaba a casa y mi madre me esperaba con un paño calentado al lado de la estufa de carbón para ponerlo en las manos heladas... frotaba suavemente y uno comenzaba a ser persona. No tenía más de 6 o 7 añitos... pero lo recuerdo perfectamente.
Poco después me vine a la ciudad. De las cosas que más me llamaron la atención fue la de asuntos que se enseñaban aquí, en clases donde sólo había alumnos de mi edad, y donde había muchas más asignaturas a diario.
Hoy, 30 años después, quieren volver a Olleros a esa prehistoria educativa. Los argumentos siempre son los mismos. La rentabilidad de un servicio tan básico como la educación. Esa rentabilidad que no se plantea cuando hay que convencer de otros gastos, otras comisiones, otros 3% que siempre paran en los bolsos de hombres y mujeres que, cuando no pueden robar dinero, empiezan a masacrar el futuro y la ilusión de nuestros jóvenes.
Estoy con Julio en que si por algo se ha caracterizado la comarca de Sabero es por su actitud combativa para con las injusticias. Me enorgullece saber que los pocos o muchos padres que viven allí luchan por la dignidad educativa que se merecen sus hijos. Olleros merece decencia y la lucha no debe acabar. Contentos de ser de pueblo, pero no estúpidos. En olleros lo saben; saben que callarse es otorgar como verdad una mentira.
La mentira de que no hay dinero. La mentira de que no hay recursos. La mentira de que hay que asumir que hay dos clases de enseñanza, y que a los que están en el medio rural hay que ofertarles otra clase de educación, de segunda, para no embriagarles con la formación e independencia que genera el saber.
Mientras, el Ministerio de Educación fija presupuestos para FP de tauromaquia o el recientemente conocido FP de actividades domésticas. Ya saben, los muy hombres a los toros y las muy mujeres a fregar... eso sí, con título. Mientras, en Olleros piden una educación decente y meritoria y se les tacha de insensibles por pedir demasiado. Mientras, otros dudarán todavía a quien votar.