Un ‘pulmón’ cultural y natural para León
La ampliación de la Fundación Cerezales Antonino y Cinia prevé comenzar su actividad en verano de 2016.
Verano de 2016. Esa es la fecha prevista para que la ampliación de la Fundación Cerezales Antonino y Cinia abra sus puertas. «Las obras avanzan a buen ritmo», aseguran fuentes de la entidad social y cultural, donde ya trabajan con un calendario de futuras actividades que se extiende hasta 2018. Merced a una inversión que ronda los cuatro millones de euros, el interior del edificio comienza a tomar forma para albergar una sala de exposiciones, talleres de etnoeducación, salas de ensayo, una zona de mediateca y biblioteca así como un gran auditorio.
Concebido como un espacio que persigue amplificar la personalidad de una fundación que echa raíces en Cerezales del Condado, el proyecto daba sus primeros pasos en abril de 2014 dispuesto a sellar el compromiso del fundador con los valores culturales que puede aportar a todo el territorio. «El nivel de apoyo que recibimos del patronato es integral», puntualizan, conscientes de que la clave económica «no será una barrera para la cultura». Como lleva ocurriendo desde que la Fundación Cerezales comenzase su andadura hace siete años, todas las actividades que se lleven a cabo dentro del nuevo espacio serán totalmente gratuitas para usuarios y turistas.
Al actual edificio de madera que se levanta a escasos metros de la sede de la Fundación Antonino y Cinia, se sumará en breve la construcción de un Aula de la Naturaleza que integre fauna y flora dentro del entorno en perfecta armonía. «Queremos que todo esté listo para ser inaugurado al mismo tiempo», remarcan, no sin antes aclarar que este gran espacio cultural tendrá que pasar su «necesario» periodo de adaptación durante los primeros meses de actividad.
El arquitecto Josep Wenberg —encargado de materializar el proyecto— visitará las obras esta misma semana para comprobar de primera mano su evolución.
El nuevo edificio para la Fundación Cerezales Antonino y Cinia se diseña como una extensión construida de las políticas institucionales de la Fundación. Por esa razón los criterios del proyecto de arquitectura, desde su concepción hasta su ejecución, han ido discutiéndose y elaborándose en base a la ecología distintiva de la institución como plataforma de impulsión y desarrollo de proyectos locales y globales.
Una de las principales características del edificio es el concepto de sostenibilidad que lo rodea desde que se proyectaron los primeros planos. «Hablamos de un equipamiento radicalmente innovador en lo que a criterios de sostenibilidad se refiere», apuntan desde la fundación. «Al contrario de lo que mucha gente piensa, para la construcción del edificio no se ha empleado madera porque sea el material que más abunda en la zona, sino porque los estudios previos que se llevaron a cabo determinaron que los edificios levantados con este material son capaces de absorber dióxido de carbono y devolver oxígeno a la atmósfera, como si de un bosque se tratara».
Asimismo, todo el complejo utilizará tres fuentes de energías renovables. El 65% se generará gracias a la geotermia, un 25% merced a la biomasa y el 10% restante lo aporta un proyecto pionero de I+D que lidera la Universidad de Lérida. «Se trata de utilizar una serie de materiales que son capaces de cambiar de temperatura desprendiendo calor».
Esta decidida apuesta por convertir el nuevo edificio en una construcción sostenible no ha pasado inadvertida entre las administraciones. El pasado año, Industria otorgó a toda la infraestructura una calificación energética A y dentro de ese campo obtuvo un coeficiente energético del 0,13%, uno de los mejores de España. Un edificio multifuncional sí, pero sobre todo comprometido con la cultura y la naturaleza.