LA ENTREVISTA
«La lógica del comercio y de la economía tiraniza nuestro mundo»
José Luis Puerto presenta hoy en la Biblioteca Pública su nuevo libro, ‘La casa del alma’
Como si de una biografía espiritual o de un repaso vivencial hecho desde el sentimiento se tratara, José Luis Puerto ha dibujado en La casa del alma (Eolas Ediciones) un inspirado mapa en el que la historia personal de este activo creador e investigador salmantino afincado desde hace tiempo en León se entrelaza de forma íntima con lo etnográfico, lo erudito y lo literario. Hoy lo da a conocer en la Biblioteca Pública, a las 20.00 horas, presentado por Bruno Marcos.
—¿Por qué, ahora, este libro? ¿Estamos ante un repaso vital, un balance?
—Mi escritura es de elaboración muy lenta, requiere un tiempo demorado que va acompañado siempre de un proceso, que me atrevería a llamar espiritual, de captación del mundo, de los demás, y de mí mismo. Susan Sontag decía que cada época tiene que definir qué entiende por espiritualidad. Y en este libro hay, implícitamente, una propuesta de cómo hoy, frente a tanto materialismo e intereses a ras de tierra, se puede seguir apostando por la humanización y por la vida del espíritu. En ese sentido, más que un repaso vital o balance, es un mostrar segmentos del mundo que están ahí y se nos escapan pues no se repara en ellos, se hallan desatendidos.
—Biografía y lirismo, muy juntos. Ese curioso estilo, ¿es algo pretendido o le ‘salió’ así?
—La casa del alma participa de esos elementos, sí, pero busca otro territorio. Hay memoria, biografía, embriones de relatos, reflexiones, contemplaciones, algún que otro apunte etnográfico y, si quieres, hasta en algún momento erudición. Pero se trata de una escritura que busca configurar un territorio verbal, una casa en la que todo es pequeño, a la medida de lo que somos, y a la que están invitados todos los lectores que deseen optar por otro modo de vida que ese de la distracción de las máquinas y de las redes sociales en el que se nos ha metido. También es una casa en la que las palabras están utilizadas de modo curativo, sanador, para aliviar el dolor de esa herida abierta, tan palpable en nuestra contemporaneidad, con exilios, terrorismos, desplazamientos y precariedades de tantos tipos.
—Algo que se suele achacar a la etnografía es que, precisamente tratando de cuestiones humanas, sea a veces tan fría, tan ‘entomológica’. ¿Es ‘La casa del alma’ un intento de superar límites y disciplinas?
—Creo que la etnografía nunca es fría si lo es de verdad. Todo trabajo etnográfico supone, de modo implícito, una apuesta por el territorio que aborda y por quienes en él se hallan. Y esa apuesta se realiza porque se da un alto valor a aquello sobre lo que se indaga. En este sentido, nuestras culturas rurales, campesinas, hoy heridas de muerte, han supuesto a lo largo de siglos una configuración humana comunitaria de un gran interés, tanto en el plano material, como en el inmaterial. Cuando abordo la indagación etnográfica, lo hago siempre de ese modo. Esas gentes tienen unos valores de los que ya carecemos hoy.
—Muchas editoriales huyen de los libros arriesgados y originales, dicen de ellos que no les ‘encajan’ en sus colecciones. ¿No cree que existe un interés por imponernos una visión demasiado uniformada del mundo de la creación?
—Efectivamente, el mundo editorial, en gran medida, no escapa de la lógica del comercio y de la economía que hoy tiraniza nuestro mundo. De ahí que haya una literatura comercial que encaja en esa uniformidad que se nos impone; pero que haya otra también, más arriesgada, que hay que buscar fuera de ese ámbito. En este segundo territorio suele estar más lo que merece la pena, aquello que se escapa a esa tiranía de grandes superficies. «En nuestra casa todo es pequeño», decía Saint-Exupéry; en la literatura todo es pequeño, hasta las creaciones decisivas pasan desapercibidas en muchas ocasiones.
—¿Cómo ve la investigación etnográfica en León? ¿Se están produciendo avances?
—León tiene la suerte de tener bastante bien investigada y documentada su cultura tradicional. Tanto las tradiciones orales (romances, cuentos, leyendas, cantares), como la arquitectura o la indumentaria han sido convenientemente recogidas y analizadas. Un ciclo como el de Descubre tu patrimonio, que propiciara la Hullera, desgraciadamente desaparecido, impulsó también la investigación etnográfica. Hoy veo más parado el panorama... Quedaría realizar indagaciones profundas por comarcas. Nosotros hemos publicado hace poco las tradiciones de Rueda y estamos recogiendo las de las tierras de La Bañeza (en el marco de la Fundación Conrado Blanco) y del Condado y Curueño (en el de la Fundación Antonino y Cinia de Cerezales). Y es una tarea lenta...
—¿Sabemos más de nosotros mismos leyendo poesía, etnografía o historia?
—Tanto los campos creativos como los de las ciencias humanas y sociales nos ayudan a conocernos mejor, a la vez como individuos y como sociedad. En este sentido, todas esas herramientas tienen ya una larga andadura en la cultura occidental, y de continuo se están renovando para ponerse en sintonía con la hora del mundo y para percibir mejor ese rumor que late en el ser humano. Y son herramientas que, en la medida en que se difundan entre el alumnado, nos ayudarán a defendernos contra la barbarie.
Lugar: Biblioteca Pública (Santa Nonia, 5).
Hora: 20.00.