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León

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De Covadonga 5 a una Erasmus teñida de saudade. Del rock del Gran Café a un folk con un pie en el Atlántico. De la siempre latente movida leonesa a la onda madrileña de Subterfuge. En todos estos trayectos, Miryam Gutiérrez y Aníbal Sánchez van descubriendo que el éxito está en el camino. Que el secreto sólo se desvela paso a paso.  De la huella a lo Jackson Browne de Bright Baby Blues a simplemente The Bright.   Para ahondar en lo espectacular se podría permitir la licencia de que todo fue así: hay una comida en un restaurante de León y una llamada telefónica al más puro estilo fichaje futbolero que delata: «Están comiendo en un restaurante con unos que creo que son los de Subterfuge». Fichados. Ambos.   Aunque antes Julio Ruiz (Discogrande. Radio 3) lo vio primero e hizo uno de esos apadrinamientos en los que se deja la piel y el compromiso y que además de darle el espaldarazo a algún grupo en concreto sirve para crear escuela, como algo bueno para todos. Porque ahí Miryam y los suyos se convirtieron en grupo maquetero ganador, que es lo más parecido al oscuro objeto del deseo de, por ejemplo, los entusiastas festivales que sin un duro llenaban de magia poblaciones aburridas. Y para saber quiénes son Miryam y Aníbal hay que correr, madrugar o saber pelear limpio. Aníbal corre más que Miryam, pero ella iba delante algún día pasado. Y es que todo esto que les pasa ha ocurrido a esa velocidad moderna que no hay quien entienda. Porque lo que saben hacer a la perfección es canciones bellas por dentro y por fuera a la velocidad de la lentitud. Esa en la que vocalizar es dar un beso y tocar la guitarra una caricia. Pero no son un grupo de canciones de amor, que eso se lo guardan sólo para ellos. Por eso hay que ir a verlos siempre.