Las editoriales salvan los muebles

León alcanzó su particular cumbre editorial en la década de los 90, cuando casi toda inspiración humana o divina solía plasmarse sobre tinta y papel. Eran otros tiempos, que diría aquel, lejos aún de esos piratas de nueva alcurnia —sin parche ni pata de palo— pero ávidos de tesoros antes escondidos en los libros que ahora comenzaban a volar en una ‘nube’ capaz de rozarse con la punta de un dedo, a sólo un clic. Luego llegaron las tormentas económicas, el cielo se puso feo, algunas musas perdieron su inspiración y hubo quienes se sacaron un paraguas de la chistera para capear el temporal. Otros, sin embargo, se ahogaron entre malas gestiones y nulas ayudas. Pero nunca llovió que no escampara y, aunque los tiempos de gloria quedaron atrás, las editoriales leonesas miran al futuro con lenta pero firme esperanza.

Hay quienes editan una media de entre dos y cinco publicaciones al año, como pueden ser Ediciones Chelsea, Cultural Norte, Lobo Sapiens o Rimpego, entre otras, las que suelen rozar la decena —Ediciones Lancia— o aquellas que superan la treintena, como es el caso de Eolas Ediciones, la que más libros saca al mercado en la actualidad. Pero todas ellas tienen algo en común; han sabido adaptar su modelo de negocio al siglo XXI apostando más que nunca por la calidad. «Ahora es más fácil que la enorme cantera de autores locales que emerge encuentre un soporte importante», comenta Héctor Escobar, responsable de Eolas. Él es uno de los claros ejemplos de cómo los editores leoneses tienen todavía mucho que decir. «Hay un halo de esperanza para las editoriales leonesas», insiste.

Desde que pusiera en marcha la editorial en el año 2009 junto a su hermana Marta Escobar y su socio Raúl Sánchez, la producción de nuevos títulos no ha dejado de aumentar. En 2014 presentó sus mejores números, 35 publicaciones y el pasado año se mantuvo en 32. «Hasta el momento todo lo hemos hecho en papel, pero estamos comenzando a introducirnos poco a poco en el formato de libro digital», puntualiza. Por ahora prueban ya al menos con ocho publicaciones. «La idea es que nuestra página web esté preparada para este desarrollo digital antes de la próxima edición de la Feria del Libro en la ciudad, que llegará en mayo». Y es que pese a que el papel se sigue imponiendo en el mercado, la era virtual se expande sigilosa, sin prisa, pero con la pausa justa.

Otra de las claves para que el futuro se vea menos negros es la distribución. «Es básica para subsistir», asegura Escobar. En su caso, distribuyen por toda España y también en Sudamérica. La temática leonesa está presente casi en el 100% de sus trabajos. Los leoneses que financiaron a Franco, Crónicas de la Burguesía Leonesa, Tres cuentos leoneses en La Habana o La represión de maestros en la provincia de León durante la Guerra Civil dan buena prueba de ello. Avelino Fierro, Ildefonso Rodríguez, Alfonso García o José Luis Puerto son algunos de los autores que han confiado en ellos.

Menos optimistas en cuanto al porvenir del sector se muestran los responsables de Ediciones Lancia, que ven más negra la recuperación. «La tendencia es negativa», dicen, pero «no va en nuestro ADN el resignarnos. Especializados sobre todo en guías turísticas y temas regionales, son los únicos junto a Eolas que pertenecen al Gremio de Editores de Castilla y León, que representa un paso importante para la viabilidad y defensa del sector editorial en la Comunidad.

Otros referentes

Rimpego hace menos ruido, pero cada paso que da supera al anterior. El premio Libro Leonés del Año —que entrega el Instituo Leonés de Cultura— ha sido para publicaciones suyas en las últimas dos ediciones. Sus cuentos y leyendas de León contadas por... han calado fuerte entre los lectores. Editorial Norte, por su parte, comenzó su andadura por el mundo editorial en 2012 colaborando en la edición y reedición de libros leoneses al más alto nivel. «Conscientes del período de intensos cambios en el que vivimos, nuestro apoyo se dirige hacia autores tanto veteranos como noveles mediante el uso de tecnologías punteras y tradicionales». Parece que sí hay vida para las letras leonesas.