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PATRIMONIO

Un DNI para dos leones ‘sin papeles’

Estaban en el Museo de León pero nadie sabía de dónde habían salido. El libro sobre la calle Ancha, aún en gestación, revela que estos leones datan del siglo XVI y custodiaban el singular palacio de Villasinda, donde estuvo el Hotel París

Imágenes de los leones, uno de ellos restaurado en 2003

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León

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e. gancedo | león

Venían durmiendo su larga siesta de piedra en el Museo de León, uno de ellos —el mejor conservado— expuesto a las miradas del público y el otro a resguardo en los toriles del centro, pero hasta la fecha nadie sabía a ciencia cierta de dónde habían salido ni cuál había sido su oficio primero. Se trata de dos llamativos leones de luengas melenas que portan escudo nobiliario entre las garras y que figuraban en el inventario del museo como ‘de procedencia desconocida’.

Pero ya tienen papeles. Juan Carlos Ponga, investigador y experto en el urbanismo leonés, se los ‘sacó’ hace pocas semanas, durante el exhaustivo proceso de documentación en el que lleva meses embarcado para alumbrar un libro sobre la icónica calle Ancha en el que aún trabaja pero que finalizará en breve. «Los leones custodiaban la escalera del conocido como palacio de Villasinda, y los rescató el arquitecto municipal de los mismos escombros tras la destrucción de la fachada del palacio, en el trascurso de una reforma acaecida en 1886», explica Ponga, y aporta el documento de la época que reza lo siguiente: «Se acordó dar las gracias al señor Sánchez Puelles por la cesión al museo de unos leones de piedra procedentes de la antigua escalera del palacio del excelentísimo señor Marqués de Torneros, sito en esta ciudad, propiedad hoy de Julián Llamas, y en el cual se están llevando a cabo obras completamente opuestas al carácter arquitectónico y al armónico aspecto de su antigua fábrica».

Lo acordaba y firmaba la Comisión de Monumentos encargada de la conservación del patrimonio histórico artístico leonés en su reunión del 31 de marzo de 1886, apunta Ponga, y añade que esos trabajos tan críticamente calificados por la comisión de «opuestos» al perfil e identidad del edificio ascendieron un nuevo peldaño tras el incendio que sufrió el palacio el 14 de noviembre de 1906: un año más tarde, el arquitecto Juan Torbado presentaba unos planos que subían el cuerpo intermedio un piso más, situándose a la misma altura de las torres y rompiendo así la consabida simetría de los palacios renacentistas, esto es, dos torres más altas con un cuerpo en medio.

Y es que este palacio, llamado de los Marqueses de Villasinda o Villasinta —una rama de los célebres Quiñones— es también de origen renacentista. «Lo han estudiado muy bien los profesores de la Universidad de León Emilio Morais y María Dolores Campos en su libro sobre edificios civiles de la ciudad en la Edad Moderna; tiene una parte del XVI y otra un poco posterior, en la que interviene Juan de Rivero Rada», ilustra Juan Carlos Ponga. Y aporta la curiosidad de que su entrada principal estaba en la calle del Cid, «donde hoy pueden verse unos airosos balcones que también existieron en la fachada que desapareció, la que daba a la calle Ancha», ese vial que un poco más arriba se llamaba, en el XVIII y después, Herrería de la Cruz (y en documentos del XVI, en leonés, como comprobó Ponga: Ferrería de la Cruz).

Al investigador, que agradece sobremanera la ayuda prestada por los archivos históricos municipal y provincial, el Colegio de Arquitectos y el Museo de León, aún le queda por confirmar y conseguir algunas fechas para ponerle punto final al libro, como por ejemplo la apertura del Hotel París en este edificio («sería a finales del XIX o principios del XX, ya cumplía esa función en la fecha del incendio»), hotel que en los noventa pasó a un inmueble contiguo.

«Hallazgos documentales como éste son interesantes no tanto por las piezas en sí mismas sino por su procedencia —opina Ponga—, por la oportunidad que nos dan de poder valorar mejor el edificio, de conocer un poco mejor la historia de esta ciudad».