CULTURA
Calamaro viene a León
El artista argentino recalará con la gira ‘Licencia para cantar’ Actuará el 13 de mayo en el Palacio de Deportes Las entradas cuestan 32, 36 y 40 euros
verónica viñas | león
Andrés Calamaro tiene licencia para cantar en León. A los conciertos de Antonio Orozco, Los Secretos, Raphael, Supersubmarina, Pablo López o Manolo Tena se suma ahora el cantante argentino. Calamaro desembarcará en el Palacio de Deportes el 13 de mayo, a las 22.30 horas, con la gira Licencia para cantar. En el concierto, presentará los temas recopilados en su último trabajo discográfico, titulado Romaphonic Sessions. Se trata del tercer volumen de su reconocida serie Grabaciones Encontradas, que inició en los años 90, simultáneamente a su éxito con Los Rodríguez. Según confesó el artista, el disco «fue grabado en dos tardes» junto con el pianista Germán Wiedemer en los estudios Romaphonic de Buenos Aires, y «nadie pensó entonces que se estaba grabando un disco». El nuevo álbum incluye canciones que el músico bonaerense ha interpretado anteriormente con artistas como Hugo Fattoruso (Biromes y Servilletas, de Leo Masliah), Litto Nebbia (Nueva Zamba para mi tierra), Antonio Serrano (Milonga del Trovador, de Piazzola), Jerry González (El Día que me Quieras, de Gardel & Le Pera) y Los Rodríguez (Siete Segundos), además de temas del repertorio propio del artista que ha regrabado ahora.
Tras los seis años que duró la aventura de Los Rodríguez, Calamaro puso rumbo en 1997 a su segunda etapa en solitario con Alta suciedad, un álbum de rock clásico. Después vendrían Honestidad brutal (1999) y El salmón (2000). Tras un largo ‘bloqueo’, que mantuvo a Calamaro alejado de los escenarios durante cinco años, reaparecería con un disco de versiones de grandes clásicos del folclore sudamericano. En 2006 publicó El palacio de las flores y Tinta roja. En 2008 sacaba un álbum lleno de temas pegadizos, La lengua popular; y en 2010, On the rock.
El 1 de octubre de 2009 el León Arena acogía la gira Andrés, obras incompletas. Desde entonces, la capital ha ‘sobrevivido’ sin el gran Calamaro.