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CULTURA

«Las instituciones son perversas como la carcoma»

Venancio Iglesias presenta hoy su nueva novela, un retrato de postguerra en la montaña. Ha tardado una década en pulirla

El escritor leonés Venancio Iglesias Martín. ARCHIVO

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León

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verónica viñas | león

La portada desconcierta. Esa es la intención. Un cristo doliente de Gregorio Fernández ilustra La carcoma, la nueva novela del leonés Venancio Iglesias, que hoy presenta en la Biblioteca Pública, acompañado por Pedro García Trapiello y José Luis Gavilanes Laso.

Ambientada en la dura posguerra —en concreto, en el año 1947— en la Cistierna en la que transcurrió también la infancia del autor, La carcoma alude al insecto que devora tanto a la Iglesia como institución como a una maltrecha iglesia de la montaña. El protagonista, don Gelasio, un cura que llega a un pueblo hecho de muñones, tiene que restañar las heridas aún frescas de la cruenta Guerra Civil. El sacerdote conversa, pide consejo y expresa sus anhelos a un Cristo, al igual que Marcelino, el célebre personaje creado por José María Sánchez-Silva o el Don Camilo de Giovannino Guareschi. Un Cristo que, como la tarima, el púlpito y el propio pueblo, está corroído por la carcoma, por el odio, y que, de algún modo, es también el alter ego del protagonista.

La novela no pretende ser un ajuste de cuentas. Por las páginas, llenas de simbolismos y metáforas, fluye la atmósfera densa de unos tiempos oscuros, «de noches de luna, nieve y aullidos de lobos», que Venancio vivió intensamente en su infancia. Noches terribles en los ojos de un niño que sufrió la presencia amenazadora de los maquis. Algunos, incluso, parientes del propio autor. Es la parte autobiográfica del libro, en la que Iglesias rinde su personal homenaje a hombres reales, como Gelasio, que no era cura, sino un hombre que «ayudó en el Auxilio Social a mi madre, que tenía cinco hijos que alimentar. Además, Gelasio significa el amigo de la sonrisa». Hay otros guiños a personajes reales, como Adelo, en una época en la que la mayoría llevaban el nombre del santo del día, «por eso nos resultan tan extraños».

Gelasio es un representante de la Iglesia que no se siente como tal, un cura del pueblo que ayuda a los maquis, a los débiles, y pagará cara esa asistencia. Un hombre de dios que flaqueará por el amor de una joven. «El Gobierno y el Obispado no le perdonarán y, por tanto, la vida de don Gelasio será un episodio de esa ambiciosa novela no escrita y titulada ‘Un hombre debe morir’». Las instituciones, en su opinión «son perversas como la carcoma. Siempre que hay un ser indefenso, que escapa a sus preceptos, lo paga», asegura.

La carcoma es una novela sobre el perdón, una novela de intenciones, «pero lejos de la moralina», aclara Iglesias. El autor, profesor de Literatura ya jubilado, reconoce que la portada es paradójica. «La intención es golpear, despertar la curiosidad para que alguien se acerque a una novela que no es un best seller».

Venancio Iglesias escribió la novela «de un tirón», hace más de una década. «Luego la he ido recolocando, con la intención de que fuera clara y sencilla, pero con un trasfondo metafísico». Y es que el autor quería transmitir ese aura que desprenden algunas obras de arte, como le sucede a él ante el cuadro de Fra Ángelico del Museo del Prado. «No quería que tuviera pliegues ni torceduras». Buscaba lo que Azorín definía como «la difícil facilidad». Una novela de aparente sencillez, pero con varios niveles de lectura.

Lugar: Biblioteca Pública. /  Hora: 20.00.

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