Diario de León

PATRIMONIO

La ruina del convento del que se prendó Jovellanos

Conocida como Casa del Pradón, esta histórica construcción del siglo XVIII situada en Azadinos amenaza con desplomarse si no se interviene pronto. Estuvo vinculada a San Marcos y bajo su arco llegó a pasar el Camino de Santiago en su ramal hacia Oviedo.

La edificación pertenece a un particular que ya ha mostrado su interés por recuperarla e incluso se habla de que podría reconvertirse en un hostal. MARCIANO PÉREZ

La edificación pertenece a un particular que ya ha mostrado su interés por recuperarla e incluso se habla de que podría reconvertirse en un hostal. MARCIANO PÉREZ

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PABLO RIOJA | LEÓN

Fue una casa convento vinculada a San Marcos cuando los días de gloria alumbraban posadas, albergues y hospitales al abrigo del Camino de Santiago. Cuenta la leyenda que incluso bajo su arco de piedra pasaba la Ruta Jacobea en el ramal que conducía hasta Oviedo. Una construcción barroca del siglo XVIII situada en el Pradón de los Monjes —en el municipio de Sariegos— que sin embargo hoy agoniza ávida de una «urgente reforma» que no termina de llegar. Otro ejemplo más del abandono al que se ve sometido gran parte del patrimonio leonés. «Está catalogado como edificio protegido», señalan fuentes del Ayuntamiento de la localidad leonesa, pero lo cierto es que «si no se interviene pronto, la techumbre se desplomará».

La edificación «pertenece a un particular que ya ha mostrado su interés por recuperarlo», aclaran las mismas fuentes, e incluso se llegó a plantear que fuese sede para un reconstruido hostal cuando los terrenos que ocupa se urbanizaron. Pero la última crisis económica paralizó todo el desarrollo de esa zona próxima a Azadinos hace ya varios años.

La historia también asocia este viejo caserón a Gaspar Melchor de Jovellanos, quien un 6 de junio de 1792 se hospedó en ella en uno de tantos viajes que el escritor acostumbraba a hacer entre Asturias y León. «Aquí nos hallaron los comisarios del convento que venían a recibirnos, don Fernando del Mazo y don Fernando Díaz. Tomamos el coche hasta la Hacienda donde había bellos prados, cercados de altos chopos, muchas acequias y grandes plantíos», relata el también jurista en su libro El diario de los viajes. La casa tenía una cubierta de teja con dos salas, dos cuartos, cocina, un portal, salón y caballeriza, entre otras estancias. Sobre su arco de entrada puede verse aún la cruz de Santiago y en uno de sus muros una concha y una espada tallada de la orden de Santiago. «Toda la construcción tuvo un artesonado muy importante».

Un símbolo decadente

Según ha podido saber este periódico, recientemente se ha encargado un dictamen a Patrimonio para que indique de forma exacta cómo se debe intervenir este edificio histórico. Un primer paso que algunos vecinos de la zona ven con buenos ojos, pero que provoca el recelo de quienes «ya hemos visto actuaciones similares que al final no llegaron a nada». Si las obras no comienzan pronto, la Casa del Pradón será un mero recuerdo, un antiguo hogar para cientos de peregrinos y viajantes cuyas historias aún perduran entre sus decadentes muros.

El pórtico principal conserva una cruz de Santiago. MARCIANO PÉREZ

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