CULTURA
«Los leoneses tenemos que izar lo que somos»
Rogelio Blanco, ex director del Libro, hilvana memorias en ‘El pez de Tobías’
pacho rodríguez | león
Rogelio Blanco (Morriondo de Cepeda, León, 1953) es un alma humanista de izquierdas que acabó en la Dirección General del Libro tan a su pesar como convencido de que había que aceptar el cargo en base a lo que él considera servicio público. Todo el mundo habla bien de él y también de él se debería hablar más. Por ejemplo, para saber que lo del reconocimiento de León como Cuna del Parlamentarismo por parte de la Unesco fue un pase de gol suyo, sólo celebrado por los que lo marcaron. Le da igual.
Si le gustara el fútbol sería más un Xavi Hernández que un Cristiano. Ahora ve la vida política desde la nutrida barrera de la estupefacción. Interpreta lo que pasa con la reflexión necesaria que permite no quedarse en el primer análisis. Y abre ideas en racimo en un libro en el que queda patente su mirada de protagonista que fue, y la que le permite la perspectiva del tiempo. Temas candentes y leoneses, reivindicaciones justas, y, en definitiva, la óptica del equilibrio y la mesura, para concluir, aunque no lo diga así, que, a veces la política es tan ventajista que camina por el sendero de la irresponsabilidad. Todos. Salva a Zapatero. Y lo cuenta en este El pez de Tobías (Eolas Ediciones). La semana pasada, en la Feria del Libro de Madrid, el nuevo libro de Rogelio Blanco se sumó a la propuesta presentada por Héctor Escobar durante siete días al frente de esta dinámica escudería literaria leonesa.
El pez de Tobías, dividido en capítulos temáticos, sirve, por ejemplo, para descubrir que, de los papeles de Salamanca al papelón de los políticos, hay un solo paso. Y con ridículos espectaculares: «En las Cortes de Valencia se alcanzó la máxima estupidez cuando se votó una declaración por parte de todos los partidos para reclamar la devolución de los papeles a la Generalitat valenciana, que no existía de aquella», explica Rogelio Blanco. Además de analizar esta polémica que llenó páginas, el docente y filósofo señala la irresponsabilidad de los partidos, «que enfrentaron a la sociedad», afirma, además de vaticinar que «con los resultados electorales que se prevén, es muy probable que el tema vuelva a la palestra», asegura. Junto a este archivo de los papeles de Salamanca, de «mala calidad», además, según advierte Blanco, el ex director del Libro deja patente que su vida pública ha sido un acto de servicio: «Yo me aplico lo que se decía de que el que no vivía para servir, no servía para vivir. Yo creo que lo cumplí». Y vaya que lo cumplió, por ejemplo, con la declaración, por parte de la Unesco, de León como Cuna del Parlamentarismo. Ahí se fajó Blanco y en el libro lo cuenta para que el logro encienda las luces largas: «Las Cortes de León es el Reino de León. No se circunscribe sólo a la provincia. La historia leonesa no pasa por buenos momentos. Y yo pienso que más que regenerar, lo que necesitamos es izar lo que somos. Espero que los leoneses sepamos aprovechar hitos que son relevantes y universales», señala.
Rescate de olvidos
Por eso, este El pez de Tobías (Eolas Ediciones) es también una operación rescate de personajes importantes de la historia leonesa, como Amable Arias y otras figuras a reivindicar. Como también abundar en el análisis riguroso de la Historia de León en tiempos tan revueltos como la Guerra Civil o los años que transcurren desde la proclamación de la República en 1931.
«En León pasó, como en otros sitios, que la burguesía tanto se posicionó muy pronto de lado de los golpistas como que contribuyó a esa conspiración casi desde el minuto uno. Y, además, en medio de una dura represión como la que hubo en la provincia», narra Rogelio Blanco.
De su trayectoria como alto cargo de un Gobierno, lo que también trasluce es el espíritu crítico con la labor de la clase política. Casi decepcionado. Lo que en su caso no es óbice para mantener intactas sus lealtades. Y en El pez de Tobías está todo eso. Un itinerario en el que el libro en plural ha sido tan argumento como la página en blanco en la que se escribe la historia de los pueblos, y que alguien debería contar.