pintura
Prado Allende expone su obra más imaginaria
El artista leonés presentó ayer en el Camarote Madrid un lienzo paisajístico bajo el título de ‘Iluminaciones doradas’.
marcelino cuevas | león
Lo dice Don Pablo, Don Pablo Martínez, y es palabra de dios. La entrega de premios del Concurso de Pintura del Camarote Madrid tendrá lugar el próximo día 28 de este mes. En cuanto a la publicación de los nombres de los premiados, la cosa tendrá que esperar. Los componentes del jurado ya han dicho cuál es el primer galardón y todos hemos podido admirar los cuadros finalistas, pero como los premios los otorgan finalmente sus patrocinadores… pues aún no se saben todos y la familia del Camarote no cuenta nada y mantiene el secreto.
Lo que sí quedó claro en la mañana de ayer es la incorporación a la espectacular decoración taurina del Camarote Madrid de un magnífico lienzo de Luis Prado Allende. Prado Allende es uno de los artistas más comprometidos con los Picos de Europa. Desde hace muchos años ha dedicado la mayor parte de su obra a interpretar plásticamente la belleza de uno de los rincones naturales más bellos de la península. Allende es pintor de cumbres, de umbríos valles… pero ahora, una vez jubilosamente jubilado, el artista ha sido infiel a sus Picos de Europa. Y lo ha sido porque conoció la belleza de las montañas sudamericanas, concretamente de la hermosura de los espacios naturales colombianos.
Pero hay más: Prado Allende, en esta segunda juventud nacida del amor, se ha encontrado con otros paisajes, con los que lleva dentro, con los que su imaginación inventa. Y así, el artista pinta lo que le dictan los sueños: «Recuerdos de una mirada —dice—, figuras hieráticas de vibraciones atmosféricas que rompen la caliza en un mundo mágico de luces crepusculares. Paisajes que seducen, umbríos abismos y soledad total de silencios sepulcrales».
Los parroquianos del Camarote podrán disfrutar de esas montañas mágicas inventadas por Prado Allende, de ese mundo de silencio, de nieve y de cielos delicadamente coloreados por un sol que se hunde más allá de un horizonte imposible. Es el entorno perfecto para el tiempo de verano, una excursión a la belleza que en este caso se disfruta con la sabrosa compañía de la cecina de Astorga, los calamares del Cantábrico, las croquetas y la ensalada cervantina de la casa, el vino de Tierras de León, de la Ribera del Duero y del Bierzo. Una maravilla gastronómica que apoya toda la belleza plástica del cuadro de Prado Allende.