ENTREVISTA
Pablo Larraín: "Las películas son retos, y los retos me ponen cachondo"
El cineasta chileno estrena en España 'Neruda' después de presentarla en el festival de San Sebastián
La sexta película del director chileno Pablo Larraín, 'Neruda', se acerca a la vida del poeta, pero no es un 'biopic'. Se trata más bien de una ficción salvajemente creativa matizada a través de datos biográficos de Pablo Neruda. Acaba de estrenarla en nuestro país tras presentarla en San Sebastián.
¿Es cierto que inicialmente no quería hacer esta película? Sí. Cuando mi hermano, y productor, Juan me la propuso hace siete años yo le dije: "Estás completamente loco. Eso no se puede hacer". La idea me aterraba, porque Neruda es demasiado grande. En Chile, en los colegios, hay un momento en el que el profesor de lengua anuncia: "Ahora vamos a hablar de Neruda", y durante seis meses no se hace otra cosa. Pero en cuanto comprendí que Neruda nunca iba a ser mío, que jamás sería capaz de meter a ese gato en una jaula, fue muy liberador.
¿En qué sentido? Comprendí que, si no podía hacer una película sobre Neruda, la haría sobre lo nerudiano; sobre su cosmos y sobre lo que su obra genera. 'Neruda' es una película inclasificable que mezcla elementos del 'film noir' y la comedia negra y la 'road movie' y el wéstern. Es un 'antibiopic'. El subcomandante Marcos decía: "Hemos venido a traerles un problema, y a invitarles a cargar con él". Neruda es ese problema.
Casi todo su cine explora el pasado chileno. ¿Por qué? El pasado es necesario. Sería demasiado cómodo vivir en el mundo fingiendo que todo sucede en un vacío, que no hay antesalas ni conexiones. No podemos quedarnos quietos mirándonos los pies. Para entender quiénes somos hay que mirar atrás, es la única manera de sobrevivir al absurdo de nuestras vidas. El pasado me inquieta mucho, porque me parece imposible de aprehender, inasible, es un reto increíble. Y los retos me ponen cachondo. Las películas son eso, retos. Un director es como un niño con una bomba: un peligro.
¿Haría una película sobre Augusto Pinochet? No, no podría. Necesito sentir amor y compasión por mis personajes. A Pinochet le tengo demasiada rabia.
Sus padres están situados ideológicamente en la derecha. ¿Es su carrera como director una reacción contra eso? Es difícil contestar eso. Me cuesta salirme de mí mismo para observarme. Solo diré que espero poder educar a mi hijo de forma que tenga la puerta abierta a defender ideologías opuestas a las mías, eso me parece un gran mérito por parte de un padre. Y no es tan simple. Mis padres son de derechas, pero mi abuelo era un periodista muy cercano a Allende, y que entrevistó a Lenin. En Chile me critican de forma brutal, pero me da igual. Hasta cierto punto me fascina irritarles tanto. Yo hago películas, por el amor de Dios. Solo películas.
Después de 'Neruda' ya ha rodado 'Jackie', un retrato sobre Jacqueline Kennedy que ya suena como favorita cara a los Oscar. ¿Siente que su carrera ha cambiado de rumbo? La repercusión y la exposición mediática son distintas, pero a la hora de trabajar todo es igual. Yo soy como un caballo con la anteojera, no me distraigo con lo que hay a los lados. Si pienso en las repercusiones me paralizaría o me iría al baño a vomitar. Hay que seguir adelante, sin pedir perdón ni permiso por nada, porque en cuanto lo pides empiezas a caminar sobre huevos, y quien camina sobre huevos los aplasta.