Un Emperador que lleva diez años muerto
El teatro construido hace 65 años cerró sus puertas al público en 2006 El Gobierno de Rajoy paralizó la restauración interior e intentó venderlo sin éxito.
verónica viñas | león
Una década es mucho tiempo. Tanto que los leoneses más jóvenes nunca han visto cómo era uno de los teatros más espléndidos de España, el Emperador. Cerrado en 2006 por sus propietarios y comprado ‘in extremis’ por el entonces alcalde Mario Amilivia en los últimos días de su mandato, fue el Ministerio de Cultura quien pagó finalmente la factura, por 4,5 millones de euros.
Iba a ser la sede del centro de Músicas Históricas, que desde su creación ha ofrecido los conciertos en el Auditorio. La rehabilitación interior del teatro, cuyo gallinero se tuvo que cerrar hace años por seguridad, se encargó por un concurso ‘cerrado’ al dibujante Peridis, quien aseguró no haber cobrado los 467.944 euros del proyecto aunque jamás enseñó los planos.
El Gobierno de Rajoy trató de ‘liquidar’ desde el principio un edificio que formaba parte de las grandes obras diseñadas por Zapatero para León. El PP lo puso en venta. Por dos veces. El inmueble fue incluido en una lista de ‘patrimonio inútil’ y salió a subasta en dos ocasiones por un precio de 3,7 y 3,2 millones de euros respectivamente. No encontró comprador.
Un año antes el Gobierno, obligado por el Ayuntamiento de León, se vio obligado a restaurar las fachadas del Emperador por 310.000 euros, al detectar elementos ornamentales en riesgo de desplomarse.
Tras meses de análisis y una encuesta para averiguar la viabilidad del edificio, el Instituto de las Artes Escénicas y Musicales (Inaem) llegó a la conclusión de que el mejor uso del Emperador era ser teatro. Aún así, el inmueble ha seguido cerrado.
El edificio, que bajó el telón definitivamente en octubre de 2006 con la proyección de la película Cinema Paradiso, lleva años esperando una partida de los presupuestos generales para su restauración interior. Peridis estimó que con menos de cuatro millones de euros el Emperador recuperaría el esplendor que tuvo en 1951. Un actor cómico, entonces muy en boga, Frank Johan, lo inauguraba el 22 de septiembre junto a Arturo Kaps con el espectaculo de revista Sueños de Viena.
El sueño de un palacio
«Uno debe arruinar un palacio para hacerlo un objeto de interés», dijo Diderot. Y el Emperador, con su estilo vienés que fascinó a un León que intentaba sobreponerse a los estragos de la guerra civil, lleva camino de cumplir la máxima del filósofo francés.
Diseñado por Manuel y Gonzalo de Cárdenas y Javier Sanz en 1949, el Emperador costó nueve millones de pesetas. La sala tenía capacidad para 1.367 plazas: 670 en el patio de butacas, 264 en el entresuelo, 383 en el anfiteatro y 50 en diez palcos.
Además de teatro y potencial sede de las Músicas Históricas, el Emperador también soñó con ser el Bolshoi. El que fuera presidente de la Diputación Javier García Prieto y actual concejal de Educación abanderó la conversión del Emperador en Centro Coreográfico durante su época como concejal de Cultura del Ayuntamiento de León.
En el 2000 nombró a Alfonso Ordóñez —que más tarde sería también concejal de Cultura— director de este centro que pretendía ser un referente nacional de la danza. Llegaron incluso a celebrar un cásting en el que fueron seleccionados los seis primeros alumnos. El proyecto, finalmente, cayó en el olvido.
El Emperador, hasta la construcción del Auditorio, era la sala de referencia tanto para teatro como música. Por su escenario han desfilado divas de la ópera como Ainhoa Arteta o Barbara Hendricks, estrellas del cine como Viggo Mortensen y cantantes como Serrat, Aute y los leoneses Café Quijano.