Diario de León
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minorías absolutas rafael saravia
León

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S iempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca», sentenció en su día Jorge Luis Borges; y cierto es que hay una comunión innegable entre la virtud del templo del conocimiento y eso que se puede considerar paraíso.

En una biblioteca podemos recorrer las facetas más interesantes del mundo. Para un mismo autor podemos dibujar mil y un caminos posibles de sabiduría que nos vislumbrarán la multiplicidad de facetas que tiene el conocimiento humano.

Si ejemplifico con Borges, podríamos saber más de su mirada, de sus recuerdos y de su vida acudiendo a la Biblioteca Municipal Cronista Luis Pastrana y solicitando el volúmen Álbum biográfico y fotográfico de Jorge Luis Borges / [compilado por Teodosio Fernández]. También podríamos conocer su carácter existencial a través de una obra fundamental en su literatura, para ello deberíamos acudir, por ejemplo, a la Biblioteca Municipal de Padre Isla y solicitar El Aleph .

Si lo que queremos es conocer sus sentimientos más intensos, los tenemos al alcance de cualquier leonés que sea usuario de los bibliobuses y pida un ejemplar de su poesía reunida.

Y si nos despojamos de nuestra geografía, sería fácil saber de su afán por las bibliotecas gracias a la conferencia grabada en DVD que nos ofreció su viuda, María Kodama que se encuentra en la sala Barbieri, en la sede de Recoletos de la Biblioteca Nacional, cuyo título dicta Borges y las bibliotecas.

Claro está que podríamos seguir jugando a conocer. Podríamos descubrir su Argentina natal a través de guías y estudios geológicos, sus preferencias políticas a través de sus diálogos con diversos autores que recogen multitud de ensayos en torno a Jorge Luis Borges o, incluso, saber de él a través de otros autores que lo conocieron y compartieron experiencias con él (se me ocurre nuestro gran maestro Antonio Pereira, con quien Borges compartió algo más que una buena conversación hace varias décadas).

Las bibliotecas son así. Sabes que hay hilos leves que hilvanan los contenidos más audaces y fascinantes del saber. Sabes que hay espacio no sólo para la erudición, sino también para la emoción que despiertan poemas, cartas, videos y un sin fin de materiales que nos hacen descubrir lo que fuimos, lo que somos y sin duda nos ayuda a saber lo que seremos.

Por eso, cuando se celebra el día de la biblioteca, siento que una esperanza importante se mantiene alerta en nuestra sociedad. Todavía es necesario celebrar su día para no olvidar. Todavía es imprescindible recordar que su acción, sobre todo las de las bibliotecas públicas, generan igualdad de oportunidades en el acceso al conocimiento y por tanto acceso a la dignidad vestida de libertad.

Todo dinero invertido en bibliotecas sabe a poco, sabe a poco por ser tan importante la vocación formadora que reportan a la sociedad. O como dijo una compañera del oficio, la bibliotecaria canadiense Eleanor Crumblehulme: «Recortar el gasto en bibliotecas en una recesión es como recortar el gasto en hospitales durante una plaga».

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