El rescate de un pintor olvidado
El artista francés José Guillou, que vivió y murió en León, recibe un importante homenaje en el Centro Leonés de Arte.
Dos paisajes y un autorretrato del artista José Guillou, al que el CLA dedica ahora una exposición. CUEVAS
marcelino cuevas | león
El Centro Leonés de Arte presenta un interesante trabajo de investigación. En él se ha logrado reunir una importante serie de obras pertenecientes a un pintor francés que pasó buena parte de su vida en León, más concretamente en la cercana localidad de Trobajo del Camino, residencia que compartía con la de su tierra de nacimiento en el norte de Francia.
José Guillou fue un pintor tremendamente personal nacido en Concarneau (Francia) en 1937. Pintó durante cerca de 50 años y también se interesó por la escultura, la cerámica y la poesía. Estudió en la Escuela de Bellas Artes de Quimper y en la Academia Julian, en Paris. Siguió cursos en la ESAT (Escuela Superior de Artes y Técnica) y en la Escuela americana Famous Arts School. Vivió entre Francia y España, de donde es originaria su mujer, y participó en numerosas exposiciones en los dos países, entre 1965 y 2008. Murió en León en 2010. Su obra está expuesta, entre otros lugares, en el Museo de Arte Moderno de Granada. Durante su estancia en León, en la segunda mitad del pasado siglo, estuvo integrado varias asociaciones de artistas leoneses y con ellos participó en distintas exposiciones.
La muestra del CLA se reparte en cuatro capítulos bien definidos. En el primero el artista es joven y vive en su tierra, al lado del mar. Desde allí pinta, aún con mano insegura, una larga serie de paisajes emparentados con los impresionistas. Así mismo nos encontramos con dos bodegones, también de sus primeros tiempos, en los que el pintor muestra una extraordinaria capacidad para emplear la técnica de la espátula.
En el segundo capítulo comienzan a vislumbrase otras influencias, entre ellas el cubismo, y se manifiesta en Guillou un especial interés por el color, que emparenta sus cuadros con el fauvismo, pudiendo reconocerse algunas referencias a artistas como Henri Matisse.
En la tercera parte de la exposición el artista llega a su madurez y en ella, además de fauvismo y el cubismo, Guillou basa sus trabajos en un espectacular expresionismo en el que ya se pone claramente de manifiesto la influencia de grandes del a pintura como Picasso. Son obras, basadas en la línea, en las que ha conseguido sintetizar un mundo muy personal en el que se repiten las extrañas aves, desnudos en movimiento y caretas de muy diversas expresiones.
Finalmente, en el último capítulo de la muestra se han seleccionado una serie de bajorrelieves en madera y dos pequeñas obras de cerámica. En todos estos trabajos se ponen de manifiesto las mismas ideas que Guillou presenta en sus pinturas.
B. Agite dice sobre el artista francés: «Ni ferias ni gaitas: libre, cincuenta años de pintura. Alquimista del color, apóstol y loco por las imágenes, «las suyas» Para ver, mirar, saborear… Se instaló en el paraíso de las imágenes, viajero ligero de equipaje, pero nos ha dejado huellas de su paso por la tierra… Un privilegio».