Pequeñas percepciones

No todo trance se consigue con grandes locuciones o abismos insolventables. A veces, quizás más veces de lo imaginado, lo pequeño, lo condensado y su peso, nos generan amaneceres que jamás hubiésemos esperado por la ausencia de soles, pero con una luz tan incontestable que la verdad se desborda por toda la pequeñez que supone nuestra existencia.

Hoy vengo con el verbo suelto y desbordado para hablar de lo contrario, de esa contención audaz que no todos los creadores tienen como don. Pero que algunos, como Ricardo Pochtar (Buenos Aires, 1942) saben cultivar con el tiempo preciso para despojar los excesos del verso cargado. Esta columna se titula como la última de las obras de Ricardo, Pequeñas percepciones (Amargord, 2016), y pretende ser un recordatorio del mundo del aforismo y sus límites poéticos.

Hay en este libro esa dualidad que molestará a los necesitados de fronteras pero no a los lectores de la verdad, ¿Poesía o aforismo? ¡Qué más da! nos convoca la razón de lo dicho —«Envuelta en su manta de aforismos, la razón duerme sus sueños»— y la belleza del silencio que sella cada final. Tal vez sea necesario para generar un buen aforismo esa experiencia dilatada que da la paciencia y sus años de cultivo. Acabo viendo que grandes poetas se dejan seducir por el aforismo como lugar de meditación que rompe con las prisas del lenguaje productivo. Hay mucha más perspectiva y mucha más sabiduría en estas sentencias que necesitan de mucho silencio, mucha vivencia y pocas pero bien elegidas palabras: «Librado a sí mismo, el presente es un enorme error de perspectiva».

De esta manera, otro gran poeta conocido en nuestras tierras, Juan Carlos Pajares, sacudido el peso juvenil de algunos por querer ser el lugar de moda, y entrando en una madurez vital e intelectual que le ha otorgado el retiro y los espacios preñados de silencio, nos lleva años regalando esta manera de pensar en la no-abundancia en torno al aforismo y su propuesta: «Vivir es recordar el futuro cuando se avioleta de presente ocasional», nos dice en uno de sus aforismos semanales.

Vuelvo a Ricardo Pochtar y sus pequeñas percepciones que no hacen sino agrandar el discurso de las nuestras. Es de agradecer todo su tiempo y reflexión para concedernos placeres trascendentes como los que genera en cada página de su nuevo libro. «Un instante no es el tiempo, solo una voz encendida que regresa a su silencio», nos dice; y se queda el espacio de lectura lleno hasta la siguiente digestión.

Me apetecía hacerle hueco a estas Pequeñas percepciones como signo discriminatorio entre el aforismo como sustento de una idea condensada frente a la brevedad como signo de consumo actual.

No es lo mismo un tweet que un aforismo queridos lectores, quien se quede en el artificio de la extensión es que no ha entendido la verdadera longitud de la ausencia. Un aforismo es otra cosa: es como dice el propio Pochtar: «Una luz abrasiva, un espejismo que fuera filtrando las arenas de su propio desierto».