El teatro llora a Francisco Nieva
j. luis álvarez | madrid
El penúltimo gran dramaturgo español, Francisco Nieva, echó ayer el telón a una larga vida entregada al teatro como autor, escenógrafo o director, pero no por ello olvidó otras facetas literarias como el ensayo o la novela, e incluso se atrevió con el dibujo, arte con el que se inició dentro del mundo de la cultura. A sus 91 años deja vacía su silla en la Academia de la Lengua, la ‘J’, que ocupó desde 1990.
Nacido en Valdepeñas en 1924, Nieva escribió su biografía, Las cosas como fueron , publicada en 2002. Tal vez influenciado por su bisabuelo, el sacerdote helenista Ciriaco Cruz, que tuvo una hija con una concuñada, mostró desde muy pequeño un gran interés por el arte, lo que le llevó a matricularse en 1945 en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. En 1952 viajó a París y residió en el Colegio de España de la Ciudad Universitaria. Allí trabajó para el Boletín Informativo de La Sorbona y siguió una licenciatura libre sobre la novela bretona y los libros de caballerías. Un año después, en 1953, obtuvo una beca del Instituto Francés para estudiar pintura.
Su obra pictórica, al contrario que la literaria, fue reconocida en Francia, colgando sus cuadros en la primera exposición de arte experimental organizada por el grupo Cobra. «Me fui porque no podía resistir el régimen de Franco. Llegué a París para morirme de hambre y llevar una vida miserable, sin saber qué hacer ni a dónde ir», rememoraba el académico.
En la capital francesa asistió al estreno de Esperando a Godot , de Samuel Beckett. «Tuve la suerte de conectar con un mundo selecto, de enorme altura intelectual», explicaba en la presentación en 2007 de sus Obras completas . En París comenzó la segunda vida de Nieva y recibió su primer reconocimiento, el premio Polignac por su obra artística, en 1963. Se casa con Geneviève Escande y entra a formar parte del Centre National de la Recherche Scientifique. En 1964 traslada su residencia a Madrid, donde trabaja dedicado al teatro. Tuvo la oportunidad de ser escenógrafo del maestro José Luis Alonso y de Adolfo Marsillach. Participó en la puesta en escena de obras de Bernard Shaw, Arthur Miller, clásicos como Calderón de la Barca o Tirso de Molina y contemporáneos españoles como Carlos Arniches.