Diario de León

Nacha Pop, mil conciertos en imágenes

Sandra Bensadón presenta hoy un libro-retrato sobre esta banda esencial, publicado por el sello leonés Chelsea.

Imágenes del grupo incluidas en el volumen. SANDRA BENSADÓN

Imágenes del grupo incluidas en el volumen. SANDRA BENSADÓN

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León

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Lugar: Gran Café (Cervantes, 7).

Hora: 20.00.

e. gancedo | león

«Oye, ¿y por qué no vienes al local de ensayo y nos haces unas fotos?». La pregunta no parece tener nada de excepcional salvo que quien la haga se llame Nacho García Vega y el grupo en cuestión sea un Nacha Pop germinal y futurible, poco menos que un grupo de chavales que acaban de franquear la adolescencia y que deciden explorar sus mundos interiores y exteriores a golpe de acordes. Con esa pregunta y con ese local de ensayo comenzaron muchas cosas. Entre otras, la carrera de fondo del que llegaría a ser grupo imprescindible para conocer la historia de la Movida. Y para la chica a la que ese día hicieron la pregunta, la fotógrafa Sandra Bensadón, la posibilidad de ser testigo privilegiado de una trayectoria intensa y fecunda que le dio oportunidad de captar infinidad de instantáneas repletas de ritmo y actitud, ahora rescatadas y publicadas en el potente libro-testimonio No, no me olvido. Un muy cuidado volumen —editado por el sello Chelsea que dirige el leonés Álex Cooper— que hoy se da a conocer en el Gran Café con presencia de Bensadón, Alejandro Cabrera (director de arte de la obra), los músicos Cooper y Mario Díez, y Pacho Rodríguez, colaborador del Diario y autor de una larga entrevista con la fotógrafa, incuida en la obra junto a textos de componentes de un grupo cuyas cabezas visibles, los Vega, mantenían como es sabido vínculos familiares con la ribera del Órbigo leonesa.

Presentación que tomará la forma de coloquio en el que historias personales y anécdotas vividas en conciertos, sesiones de fotos, viajes y ensayos se verán rítmicamente acompañadas por temas de Nacha Pop, recreados en formato acústico por alguno de los presentes. Los primeros ensayos, los conciertos en El Sol y en Rock-Ola, la sesión de retratos para Más números, otras letras y también el emocionado reencuentro sobre el escenario de Nacho y Antonio Vega, ya en el siglo XXI, son algunos de los epígrafes visuales de una obra cuyos claroscuros parecen destilar ese tipo de pálpitos y sentires que, por ejemplo, estallan en el interior de un pub mientras suena Nadie puede parar.

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