Diario de León

ARIEL ROT músico

«Los festivales de hoy me parecen sectarios»

Lugar: Espacio Vías. Hora: 22.00. Entradas: 23 euros en taquilla.

El guitarrista y cantante actúa hoy en Espacio Vías. RAQUEL P. VIECO

El guitarrista y cantante actúa hoy en Espacio Vías. RAQUEL P. VIECO

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PaCHO RODRÍGUEZ | MADRID

De vez en cuando conviene acudir a comprobar si el diablo sigue cumpliendo sus pactos y si uno de los más célebres es el que tiene con Ariel Rot. Todo va bien. Incluso, mejor. Con un más que saludable relativismo que conduce al humor. Y con disco nuevo, La manada (Warner). Y la balanza en solitario ya pesa lo suyo, aunque para este bonaerense nacido en 1960 su paso trascendental por Tequila o Los Rodríguez siempre será una marca imborrable, como debe ser, porque fueron sus momentos más álgidos. Conoce todos los status del negocio: desde huir de los recintos asediado por los fans, a él mismo abrir la puerta para que pase alguien. En el Espacio Vías, junto a una banda de lujo, «incluso intergeneracional», asegura, presenta hoy este nuevo disco que supone su «regreso a un rock más tradicional». El trabajo ha conseguido foco a partir de un single como Solamente adiós, una canción de sensibilidad eléctrica.

—¿Cuáles son las sensaciones que percibe en esta gira de presentación de ‘La manada’?

—Llevamos ya unas cuantas fechas. El feedback es bueno y están siendo conciertos intensos. Con un repertorio que, entre los rocks y las baladas de alto voltaje, no me da mucha tregua. Tengo que estar en forma. No puedo hacer el tonto en estos conciertos.

—Convengamos entonces que en esto del rock algo está claro: mejor acompañado que solo. Mejor eléctrico que acústico... Además, usted ya ha dicho que la gran razón para tocar solo, muchas veces, es meramente económica...

—Sí, y esta gira es con banda. No se puede estar girando solo todo el tiempo porque la gente se harta. Y sí, para mi, tocar solo, o en acústico, es cuestión de eliminar gastos. Aunque le he cogido el punto. En cambio, esto que hago ahora es un acto de irresponsabilidad total. Hasta el contable más mediocre se daría cuenta de que el riesgo económico que estoy corriendo, los gastos que tengo, llevar una banda, técnicos, etc, es una locura.

—¿Es sólo una percepción o podría decirse que este ‘La manada’ está teniendo más foco que otros de sus discos, en los que todo, digamos, era más una cuestión de inercia?

—Por algún motivo, este disco tuvo un poquito más de atención y creo que está gustando más. Tal vez por volver a la guitarra y al rock. La gente igual añoraba un sonido más tradicional. Por otro lado, tocar en diferentes ciudades te permite que el disco dure un poco más. Los discos, ahora, se acaban muy rápido. Todo se acaba muy rápido. Yo quiero que La manada sobreviva en los escenarios, en las casas y en la memoria.

—La elección de ‘Solamente’ adiós como single puede considerarse un buen acierto, ¿no?

—Puede ser que haya sido más acertada que en otras ocasiones. Siempre es un momento delicado. Es una decisión que puede eclipsar el resto del trabajo. A mí, en concreto, me ha pasado.

—¿Quizá en algún disco en solitario...?

—Bueno, sí, en Solo Rot. Creo que era un disco muy rockero y además tan bueno como éste, pero el single Papi, dame la mano, dio una idea equivocada.

—¿Casan bien sus edades musicales en su repertorio actual?

—La narrativa del concierto está muy compacta. Momentos muy explosivos, con energía y gamberrismo, y momentos increíblemente sutiles. Y creo que pocas bandas lo consiguen.

—¿Qué es mejor: decir adiós o que te lo digan? ¿Dejar o ser dejado? Bueno, ¿qué es peor?

—Hace mucho que no me separo. Llevo muchos años con la misma mujer.

—Lo decía por la canción ‘Solamente adiós’...

—Es peor el abandonado que el que abandona.

—¿Tiene hijos? ¿Son músicos? Les habrá enseñado...

—Dos. De 14 y 11 años. Para nada son músicos. De pequeñitos intenté darles clase. Pero me da rabia porque se lo toman como una actividad extraescolar más. Y no me gusta porque para mí era todo lo contrario. Yo llegaba y tocaba por encima de los discos. Era el momento que anhelaba todo el día.

—¿Qué tiene el piano que no tenga la guitarra?

—Que está siempre abierto de piernas, esperando a que vayas ahí a poseerlo. La guitarra es una chica más celosa, más caprichosa, más histérica, hay que trabajársela más. Hay que sacarla del estuche. Pero luego en la cama funciona mucho mejor.

—¿Qué tiene el rock argentino que no tenga el español?

—El rock argentino tiene, espero no ser ofensivo, una voz propia, cosa que al español le costó mucho conseguirlo. Y a lo mejor la tuvo pero se le ha olvidado. El rock argentino es más lírico, poético, ligado a la bohemia. El español, a la calle y a los bares. Y ahora a los festivales...

—¿Qué se siente cuando uno ve que no le llaman para los festivales de ahora?

—Los festivales me parecen una experiencia que va más allá de lo musical. Pero, lamentablemente, en lo musical me parecen más sectarios. Me gustaría que hubiera más festivales con ese ambiente lúdico pero con un criterio musical más abierto. Habrá música para festivales pero yo no encontré esa fórmula.

—¿Con quién se lo pasó mejor, con Tequila o con Los Rodríguez?

—En todos los proyectos, hay días buenos y días que no son tan buenos. Con Los Rodríguez, visto en la distancia, alcanzamos un nivel casi inalcanzable. Muy arriba. Un despliegue y poderío muy rotundo. Diría que Los Rodríguez éramos un grupo que en directo casi humillaba.

—Usted siempre ha destacado como guitarrista. ¿Ensayaba muchas horas?

—No, no era de los de ensayar muchas horas. En la Movida era fácil destacar porque no había muy buenos guitarristas.

—¿Y ahora, en la era indie?

—Entre varios hacen uno bueno. Uno toca una nota y entre varios hacen un acorde.

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