Cuando los puntos no dejan ver el paisaje
El artista lacianiego Lolo Zapico abre nueva exposición. en el Museo de León En ella aúna pintura y escultura.
marcelino cuevas | león
Contemplando la exposición de Lolo Zapico en el Museo de León se plantea una duda, una gran duda: sus cuadros, ¿son abstracciones o son enigmáticos paisajes? El autor lo tiene claro. «Son —asegura— figuraciones abstractas o abstracciones figurativas. Al menos así las entiende el crítico Luis García».
Bueno, pues no les recomendamos que pierdan el tiempo buscando las casas y los árboles de los que están poblados los cuadros de Zapico… porque difícilmente los encontrarían. Disfruten de la enorme variedad cromática, y de la sencillez de estas obras que son como filtros de luz a través de los que corren raudos los colores. Como pequeños agujeros a través de los que se puede contemplar un universo que solamente existe en la mente de este original artista lacianiego.
Explica el genial Eduardo Arroyo que Zapico, en estos cuadros, vuelve a los orígenes, «Escarba en el gesto, el signo y el color». Y asegura: «En su percepción se manifiestan explosiones de color y signos como hojarascas producidas por las estaciones. Ve la montaña y luego la traduce y la toca».
Por su parte, Luis García llega a comparar los cuadros de Zapico con los mosaicos que atesora el Museo de León en lugares colindantes con la muestra. «La de Lolo Zapico es una técnica —dice— por la que se generan obras pictóricas por medio de la aplicación a una superficie de módulos básicos y mínimos de color, de forma geométrica y de materiales variados».
En este caso son las ceras y arenas recogidas en distintas playas de las costas del norte de España las que sirven de soporte a la singular creación del artista de Villablino.
El pintor visitó hace ya algunos años la sala Provincia con una muestra muy similar a la que ahora puede verse en el Museo de León. «Sí, ha pasado mucho tiempo y en medio he pasado por varias etapas en las que he mezclado muchas cosas, pero al final he vuelto a los orígenes. Los primeros cuadros que pinté de esa forma se remontan a mis tiempos de estudiante, en los que vivía en una pensión de la calle de Cascalerías y he dedicaba algunas horas al arte».
Cabezas de vacas
Zapico es famoso también como escultor, sus espantapájaros metálicos figuran como originales monumentos en muchas calles de ciudades españolas, entre ellas León. Pero ahora, en su faceta de escultor, se dedica a crear a base de piedra y metal totémicas cabezas de vacas o toros o bueyes, que en cuanto al sexo de sus creaciones nada se sabe. «Yo nací y viví rodeado de vacas en mi tierra de Laciana. Ahora recupero sus imágenes a través de piedras que encuentro en las riberas de los ríos».
Una exposición que a nadie dejará indiferente. Si asisten a ella sin prisas busquen en la maraña de puntos que pueblan sus lienzos pequeñas edificaciones rurales o árboles que el autor asegura que son evidentes, pero que resultan como enigmáticos rompecabezas… eso sí, llenos de color.