El acueducto perdido de León
El Ayuntamiento gasta 24.000 euros en adecentar el aljibe romano de San Pedro que abastecía al campamento mientras el gran viaducto está troceado en un sótano.
verónica viñas | león
El acueducto romano de León está hecho trizas. Una parte se troceó y, como ocurrió con la fuente de Zuloaga, fue olvidado en almacenes municipales. Mientras, el aljibe romano de la plaza de San Pedro, engullido por un párking y convertido en basurero, acaba de ser rescatado por el Ayuntamiento, que ha invertido 24.000 euros en adecentar un ‘rectángulo de tierra’ que hace 2.000 años era uno de los principales depósitos de agua del campamento de la Legio VI.
El acueducto de León no era, ni mucho menos, como el de Segovia, Tarragona o Mérida, con arcos superpuestos para salvar grandes desniveles, sino un largo viaducto de más de diez kilómetros de longitud. Fluía desde Carbajal de la Legua, atravesaba la avenida Álvaro López Núñez y la plaza del Espolón para adentrarse ‘intramuros’. Buena parte del acueducto salió a la luz en 1999 en la carretera de Carbajal. Las autoridades prometieron que los fragmentos más significativos se mostrarían al público. Diecisiete años más tarde el acueducto que se salvó se encuentra troceado en innumerables partes y durante años estuvo en un sótano de la Casona de Puerta Castillo, hoy Centro de Interpretación del León Romano. En Carbajal salieron más de 100 metros de la conducción externa al campamento, que quedaron sepultados bajo la carretera.
Pese a que León era un enclave rico en manantiales, los romanos se preocuparon de asegurar el abastecimiento por medio de canales. Y es que las gigantescas termas sobre las que se erigió la Catedral necesitarían abundante agua.
En el siglo XIX aparecieron los primeros vestigios de estas conducciones en el barrio de San Esteban. Y en los años 60 García Bellido descubrió otro tramo en la huerta de San Isidoro; y uno más salió durante la construcción del Colegio de los Maristas, en 1949. Asimismo, el jardín del Cid preserva un pequeño pedazo del acueducto.
El Museo de San Marcos custodiaba una baldosa de gran tamaño y tres fragmentos de tubos para conducción de aguas, que ‘emergieron’ durante la construcción del tren de Matallana.
Un aljibe de 2.000 años
Las concejalas de Patrimonio, Ana Franco, y Cultura, Margarita Torres, destacaron ayer la puesta en valor del aljibe de San Pedro, unos restos que permiten conocer cómo se abastecía de agua el campamento romano. Un monumento reparado para dejarlo como era hace dos milenios y que forma parte de la ruta del León Romano.
Los restos del depósito de aguas de la Legio VI Campamento Julio-Claudio fueron excavados en dos campañas arqueológicas, en 1993 y 1995, procediéndose en dicho intervalo de tiempo al traslado de los mismos desde su ubicación original, en la esquina de la calle Arquitecto Ramón Cañas del Río con San Pedro, a su ubicación actual en la esquina de la calle Arquitecto Ramón Cañas del Río con El Torrejón.
Los restos consisten en una construcción de planta rectangular de 35 metros de largo por 12 metros de ancho de la que se conservan sus muros de opus caementicium, habiéndose dotado al perímetro de una capa de grava de diez centímetros de espesor.