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LIBROS

Los 'desamparos' de Juan Carlos Pajares

El escritor Juan Carlos Pajares. MARCIANO PÉREZ

Publicado por
E. GANCEDO
León

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Somos una verdad que nunca da la cara. Nuestros talentos son untuoso maquillaje de nuestro desamparo; son nuestras miserias la esencia del ser, una secreta certeza que se enfanga entre vanidades». Así comienza uno de los aforismos o reflexiones, mitad poesía, mitad prosa, avecindados en esa Poética del desamparo que hoy a las 20.00 horas, en el Hotel Quindós, presenta su autor, el escritor leonés Juan Carlos Pajares.

«La única certeza que tenemos es la de la propia incertidumbre. Parece que todo es ininteligible, un misterio que nos rodea, y creo que esa duda nos espolea en el acto creador —explicó Pajares al Diario, en torno al espíritu profundo de estos textos—. El momento creador es el momento de mayor libertad del hombre, así lo entiendo yo al menos. Es una necesidad a la que te ves abocado y de la que nunca sales indemne». Y preguntado por el lugar de su interior —o de su exterior— del que proceden estas máximas, responde: «Cierto es que somos el resultado de nuestras circunstancias. O somos lo que somos precisamente por lo que hemos vivido. Somos lo que hemos sido. No podemos aislarnos, como seres puros, de lo que nos rodea». Y proseguía: «Creo que algunas de estas reflexiones surgen del desencanto, de la rabia, pero también de la contemplación, algunas son casi un aullido al pie de una noticia aparecida en prensa, otras son producto de la decantación de un destello que no sabría decir de dónde procede».

Pajares, que reside en la pequeña y enriscada aldea montañesa de Paradilla de Gordón («en esta patria la intemperie es una lección de vida diaria, el entorno te coloca en el lugar que realmente ocupa el ser humano, el de lo frágil y lo caduco», recuerda), no cree que estemos, con estos textos mestizos, ante un nuevo género («ni lo he pretendido»).

«Creo que hay una mixtura de modos de decir —dijo—, a veces puede más la tensión poética, otros se acercan a la narrativa del grafiti, nunca tienen intención moralizante pero siempre bucean en una idea. Supongo que la intención última siempre es el deseo de comunicarse y compartir con los otros».