CULTURA
Un premio para no olvidar a Ángel Barja
El auditorio que lleva el nombre del compositor fallecido hace 30 años acoge el sábado un acto en su honor La asociación Sofcaple ultima las bases de un galardón para jóvenes músicos
e. gancedo | león
Cuando Ángel Barja falleció, en febrero de 1987, el periódico El País dejó escrito que su legado «es largo, y tan interesante que merece la pena ser conocido y estudiado con detenimiento, pues en él se dan cita todos los géneros musicales y muy diversificados lenguajes». Precisamente con ese ánimo, el de que un trabajo creativo ímprobo continúe vivo, escuchándose en los escenarios y sirviendo de inspiración para sucesivas generaciones de intérpretes, la asociación cultural Sofcaple se ha empeñado en sacar adelante diversas iniciativas: la primera tendrá lugar este sábado a las 19.00 horas, en el auditorio —anexo al Conservatorio— que lleva el nombre del célebre compositor, director y profesor. Una conferencia y un recital que se suman al cuádruple concierto que el pasado domingo reunió a la Capilla Clásica de sus desvelos junto a la Coral Isidoriana, la Capella Lauda y el Orfeón Leonés —una cita que abarrotó la iglesia de Santa Marina la Real— en el 30 aniversario de la muerte del autor nacido en Santa Cruz de Terroso (Ourense) pero cuyo acontecer vital y profesional discurrió, en su mayor parte, en la capital leonesa.
«No le podemos perder», resumía ayer Vicente Carvajal, presidente de Sofcaple (Sociedad para el Fomento de la Cultura-Amigos del País de León), en el momento de dar a conocer el acto del sábado pero también otra iniciativa, posiblemente, de mayor alcance y permanencia: un nuevo premio pensado para incentivar la creatividad —basada, claro está, en la obra de Ángel Barja— de jóvenes compositores e intérpretes. Un galardón, similar al hoy existente en torno a Cristóbal Halffter, y a cuya convocatoria están dando los últimos retoques. «Llevamos tiempo intentando editar algunos libros con sus obras pero de momento no lo hemos conseguido», comentó Carbajal, quien presentó el acto del sábado a Diario de León junto a la viuda de Barja, Begoña Alonso. Un acto que comenzará a las 19.00 horas, con entrada gratuita, y en el que hablará Fernando López Blanco, autor de la completa tesis doctoral Ángel Barja (1938-1987). Análisis de su obra musical para proseguir con un recital a cargo de la pianista Belén Ordóñez y versos del homenajeado, recitados por el narrador Manuel Ferrero.
«La obra de Barja es importante para León y para todo el mundo, pero, por desgracia, no se han hecho demasiadas cosas para promocionarla», declaró Carvajal, y recordó que la labor emprendida por la Diputación de editar y digitalizar toda la producción del autor de Terroso, que en su día se prometió hacer en una década, no se ha completado hoy, a 30 años de su temprana muerte. No obstante, también reconoció que esa ha sido la única institución pública preocupada de veras por el mantenimiento de la imagen y la memoria de Barja.
De Roma a León
«La obra más importante de Ángel no se interpreta —aseguró, por su parte, Begoña Alonso—. Se interpretan sobre todo obras de su repertorio coral, pero no por ejemplo las de órgano, muy elevadas y complejas». Dos veces premio Nacional de Composición (en 1972 y 1984), autor de cerca de 500 obras y recopilador de gran parte del cancionero popular leonés, así como docente especialmente interesado y talentoso a la hora de acercar la música a los niños, Barja escribió piezas sinfónicas, de cámara, para piano, para órgano y más de doscientos títulos de música coral y vocal en castellano, francés, italiano, latín, gallego, catalán y hasta en euskera.
Pero Begoña también recuerda el Ángel íntimo que, por un curioso giro del destino, fue enviado, en su juventud, a descansar unos días a Astorga desde Roma, adonde los Redentoristas a los que pertenecía le mantenían estudiando música con algunos de los grandes maestros de su tiempo. Allí leyó en el periódico que la Capilla Clásica iba a interpretar en León una nada fácil obra de Bach y, atraído por el reto, aquí se vino. Un viaje decisivo tras el cual Gutiérrez Viejo le ‘fichó’ para dirigir un coro en el que una soprano le llamó especialmente la atención («sería porque me tenía justo enfrente», aventura Alonso. Sacó la máxima puntuación en las primeras oposiciones convocadas en España para conservatorio y en el de León ejerció la docencia durante su fecunda trayectoria vital. Aunque de vez en cuando echaba de menos gente de su nivel para debatir de música, «no era un hombre ambicioso», define, y su máxima aspiración era crear. «Siempre decía que no tenía horas para escribir toda la música que tenía en la cabeza», rememora su viuda. Y resume: «Ha sido un lujo tenerlo».
Begoña Alonso, viuda del compositor, director y profesor Ángel Barja Iglesias. RAMIRO