León tiene ‘a tiro’ los tesoros que le robaron

verónica viñas | león

Parte del botín está localizado. León sabe dónde fueron a parar algunos tesoros expoliados a iglesias, monasterios y ermitas. Y, a partir de ahora, será más fácil ‘darles caza’. El Congreso, tras un ultimátum de la Unión Europea, aprobaba ayer la Ley sobre Restitución de Bienes Culturales, que permitirá reclamar aquellos objetos de arte que hayan salido de forma ilegal de España o de otro Estado miembro de la Unión Europea.

La Secretaría de Estado de Cultura será la que actuará como intermediaria entre el poseedor del bien y el Estado que lo reclama y localizará a petición de cualquier país de la UE un bien cultural concreto que haya salido de forma fraudulenta de su territorio. Será más sencillo reclamar la devolución de los tesoros nacionales. En las últimas décadas España sólo ha reclamado cinco obras de arte y a España le han demandado piezas en siete ocasiones, lo que da idea de la complejidad de conseguir el retorno de los tesoros ‘exiliados’.

Aunque se simplifican los trámites, en el caso del Patrimonio emigrado leonés «es mucho más fácil encontrar una pieza, sobre todo en una colección pública, que documentar si fue robada o si salió ilegalmente del país», en opinión del ex político y archivero Alejandro Valderas, que durante años ha investigado el paradero del arte usurpado a León.

La nueva ley podría afectar sobre todo, según Valderas, al patrimonio religioso que fue robado o vendido irregularmente en las décadas de los sesenta y setenta. Recuerda el caso de pinturas originarias de León de Nicolás Francés y el Maestro de Palanquinos que hoy se encuentran en el Museo del Prado después de que el Gobierno de la II República negase el permiso de exportación de ambas piezas, que fueron incautadas e incorporadas a la pinacoteca madrileña.

La lista es ingente. Uno de los principales saqueadores fue el célebre Erik el Belga, cuya primera incursión en la provincia fue para robar la Virgen de Cimanes de la Vega, a la que siguieron decenas de tallas góticas y románicas —su especialidad—. Su cooperación es fundamental para averiguar el paradero de las obras. Considerado el mayor ladrón del siglo XX, ha reconocido que las medidas de seguridad entonces eran escasas, pero también que algunos obispos colaboraban en los ‘desfalcos’. El Libro de las estampas fue robado en 1969 de la Catedral de León y estuvo en paradero desconocido hasta 1977, cuando fue recuperado por la Interpol en Inglaterra. Sin embargo, el códice (fechado en el año 1200) no volvió completo. Había desaparecido para siempre la estampa con la imagen del rey Ordoño II. Alguien la arrancó del códice antes de que el libro retornara a León.

También fueron víctimas de la rapiña una virgen del siglo XIII de Laguna Dalga (robada en 1984); una talla de San Juan, de Villamoros (robada en 1996); o un San Roque, de Mora de Luna (robada en 2001).

Cuándo salieron del país y, sobre todo, en qué condiciones se vendieron, es crucial para poder reclamar o no su devolución. Hay casos dudosos, como el ‘tesoro leonés’ de la National Gallery, que según explica Valderas, posee varias piezas de probable procedencia astorgana cedidas por un coleccionista en los años setenta y que se encontraban bajo sospecha por haber sido reclamada alguna como robada a los judíos en la II Guerra Mundial. El resultado ha sido que procedían de subastas públicas, aunque habría que comprobar si anteriormente tenían dueño conocido en España».

Quizá algún día sea posible descubrir cómo una pila románica de la montaña de León ha llegado a un museo sueco o en qué lugar de Bélgica están cientos de obras de los pueblos anegados por el pantano de Vegamián. Será difícil probar que muchos objetos no fueron malvendidos.