Las piedras y las policías
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Así, como se ve levantaron en 1989 la plaza del Grano, para restaurar su maltrecho firme los hermanos José Andrés y Pelayo Seoane, hijos de un gran maestro cantero que trabajó en San Isidoro. Lo hicieron por hileras, volviendo a colocar las piedras y la misma tierra que se sacaba, todo bajo la supervisión del arquitecto Jesús Martínez del Cerro, según proyecto de los hermanos arquitectos Gregorio y José Luis Mateos Torices. Ya en 1790 el Ayuntamiento colocó buen empedrado en esta plaza, utilizando morrillos del río y tierra y dos siglos después volvió a repetirse, ya que el tráfico había deteriorado el firme. La plaza necesitaba un mantenimiento que nunca se le dio y se llega al siglo XXI con un proyecto polémico de agrandar aceras (que no tuvo en origen y más tarde se construyeron con piedras de las tumbas del antiguo cementerio de la carretera de Asturias que se clausuró en 1932) y cambiar la fisonomía, que ha sido muy contestado por los leoneses. En el centro continúa la fuente que se instaló en 1789 diseñada por el arquitecto Isidro Cruela y que esculpió Félix Cusac. Terminada la restauración de 1989 se prohibió el tráfico de vehículos por la plaza.
Ahí las tienen, en primera fila. En diciembre de 1981 se aprobó el concurso oposición para incrementar en 25 plazas la plantilla de la Policía Municipal y tras realizarse las pruebas a más de 400 aspirantes, en 1982 fueron seleccionados los 25 con mejor puntuación, que resultaron ser siete mujeres y dieciocho hombres. Los nuevos miembros recibieron adiestramiento en tráfico, tiro con armas de fuego y kárate. Al principio los nuevos realizaron su trabajo al lado de un veterano, para pasar después a desempeñar sus tareas con normalidad. Cuando ya estuvieron preparados y también sus uniformes, acudieron a ver al alcalde y con Juan Morano y el jefe de la Policía Municipal, Agustín Muñumer, posan en la escalinata del Ayuntamiento de San Marcelo. Las primeras mujeres policías de la capital sonríen a la cámara.
MAURICIO LÓPEZ DE HARO