Una visión industrial del País Vasco

marcelino cuevas | león

Hablemos de un gran pintor vasco, se llamo Ignacio Ipiña y nos dejo hace ya casi una década. Ipiña comenzó a pintar en la adolescencia, poco antes de iniciar la que después sería brillante carrera de Derecho. Este pintor vasco se deleito pintando los más variados paisajes de su tierra. Desde remotas ermitas rurales hasta espectaculares marinas. También hizo afortunadas incursiones en el más personal mundo del retrato.

Pero más allá de su vertiente artística tuvo también una intensa actividad política una intensa actividad artística, siendo Diputado Foral en las Juntas de Gernika, vice-consejero de Obras Publicas, de Trasportes y de Urbanismo del Gobierno Vasco.

En la historia de su vida nos encontramos con varias actuaciones relevantes y curiosas, por ejemplo, citamos la Auñamendi Eusko Entziklopedia: «A mediados de la década de los años 50, se embarca en una quijotesca aventura que hoy resulta increíble y que marcará su vida. Junto a cuatro compañeros mantienen oculto a un joven Carlos Hugo de Borbón durante ocho meses en la calle Iturribide de Bilbao, para que conozca las costumbres del pueblo y adapte su formación como alternativa democrática al franquismo, hasta organizar la presentación y huida de Montejurra. La aventura clandestina fracasa, al imponer el dictador su sucesión en Juan Carlos. Aquella historia la dejó recogida en su libro Sol en las bardas. La forja oculta de Carlos Hugo. Durante estos años, en paralelo a las actividades clandestinas, contacta en Estella con el pintor Retana al que le unirá una duradera amistad y con quien compartirá muchas salidas a pintar por las merindades de Estella. Ya no dibuja, los volúmenes se construyen en base a manchas de colores potentes, los cuadros son rápidos y naturales con pinceladas gruesas, cargadas de pintura».

De Ignacio Ipiña podemos contemplar en el Auditorio Ciudad de León su serie de cuadros dedicada a la industria metalúrgica vasca. Las humeantes chimeneas, los barrios grises emboscados en el humo, las geométricas estructuras fabriles… Ese paisaje que tan bien conocieron los emigrantes de las secas tierras de la meseta que se fueron al País Vasco en busca de una vida mejor. Hubiera sido interesante ya que la obra de este ilustre pintor podrá verse también en el Museo de la Siderurgia y la Minería, que en la exposición de León se presentaran otras de sus series que son quizá mas interesantes y que hablan con más elocuencia del amor que el pintor sintió por su tierra vasca.