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Botines vuelve a ser negocio

DE ALMACÉN A MUSEO. ‘Los caprichos’ de Goya y artistas contemporáneos de Gaudí son las dos exposiciones que inauguran el nuevo Museo Botines, que cobra por entrar entre 5 y 12 euros..

La entrada al nuevo Museo Botines, al que se accede por la fachada este del edificio diseñado por Gaudí. MARCIANO

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León

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verónica viñas | león

Botines ya es, como hace dos siglos, un negocio. El edificio que diseñó Gaudí como un almacén de tejidos en 1892 se ha convertido ahora en museo. El inmueble, que durante décadas fue sede de Caja-España, depende actualmente de una fundación segregada de la antigua entidad financiera, heredera de la Obra Social, y obligada a ‘buscarse la vida’.

El nuevo museo, que intenta aprovechar el tirón de la Semana Santa, cobra entre 5 euros (3 en la modalidad reducida) para el acceso general y 12 la entrada Premium (8 la reducida), que permite una visita guiada más amplia y en varios idiomas.

El preámbulo fue la reciente exposición sobre el edificio, coincidiendo con su 125 aniversario, por la que desfilaron 15.000 visitantes. La fundación saca ahora toda su ‘artillería’. Aunque la musealización se hará por fases, de momento ya puede verse una exposición de grabados de Goya —incluido un autorretrato—; y otra, en la tercera planta, con obras de artistas contemporáneos de Gaudí, como Madrazo, Sorolla, Ramón Casas i Carbó, José Navarro Llorens, Ignacio Pinazo, Nicanor Piñole y Joaquín Mir Trixe.

En septiembre, la planta baja recreará la primitiva tienda de telas de Fernández-Andrés, que se mantuvo entre 1892 y 1931, cuando el edificio lo adquiere el Monte de Piedad y Caja de Ahorros de León. La reforma entonces fue mínima: se cambian los mostradores de madera por otros de mármol y se sustituye la escalera central de madera que comunicaba con el semisótano.

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Más adelante —aún sin fecha— se mostrará la vivienda principal, ubicada en las dos primeras plantas, así como los pisos de alquiler superiores, habitados hasta los años noventa.

La Fundación España-Duero tiene una ingente colección de arte, con más 4.300 obras reunidas durante décadas. Una colección que es fruto de la historia de la propia caja de ahorros y de las sucesivas fusiones (incluido el Banco de Fomento). Estos fondos, con piezas desde el siglo XVI y obras de artistas como Chillida, Tàpies, Saura o Eduardo Arroyo, garantizan la renovación de las exposiciones y, por tanto, del público.

El edificio que Simón Fernández y Mariano Andrés encargaron a Gaudí no ha tenido el mismo reconocimiento que el resto de los diseñados por el arquitecto catalán, quizá por ser el más diferente, un precursor del racionalismo que posteriormente desarrollarían Le Corbusier o Van der Rohe. Un auténtico laboratorio en el que Gaudí experimento muchas técnicas que en adelante aplicaría a otros proyectos. Su construcción —en apenas diez meses— fue tan sorprendente que los leoneses cantaban: «La casa Botines se cae, se cae...». Sin embargo, en 125 años no ha sufrido ninguna patología grave.

De las catorce obras de Gaudí en Barcelona actualmente se visitan ocho. Hay rutas por todas ellas, guiadas, nocturnas y hasta con copa de cava. Las entradas oscilan entre los 39 euros de la Sagrada Familia venta on line, sin hacer cola— a los 19 del parque Güell.

La pregunta es: ¿recaudará el nuevo museo los ingresos suficientes para mantener Botines?

El León de Gaudí

Cuando el arquitecto catalán visita León por primera vez en 1889 ya había comenzado la construcción del Palacio de Astorga que le acarrearía tantos disgustos. La capital leonesa tenía por entonces 13.000 habitantes. Al genio catalán, que sentía debilidad por la arquitectura medieval, le cautiva la Catedral desde el primer instante. Josep Pla, fruto de sus conversaciones con Gaudí, recuerda: «Toda la población se encuentra situada bajo los efectos de su inmensa, impresionante, prodigiosa catedral gótica... La catedral lo borra todo y parece que todo lo demás está a sus pies...».

Con seguridad, Gaudí tuvo muy en cuenta la personalidad urbana de León para diseñar Botines, junto al palacio de los Guzmanes y la muralla, en un enclave que prácticamente no ha cambiado en 125 años. Los visitantes podrán ahora empaparse de la historia del monumento, desde la compra del solar por 17.000 pesetas. En 1952, al desplomarse la estatua de San Jorge situada sobre la puerta principal, aparecen en su interior varios documentos, hasta inéditos, como los dos únicos planos que se conservan del edificio, el calendario de las obras, que duraron diez meses y la relación de todos los colaboradores de Gaudí en la casa Botines.

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