Flotando en sus propios fluidos

marcelino cuevas | león

Ángel Cantero, cuya galería cumple estos días su cuarto año triunfal, anuncia a José Manuel Martínez Pérez, como joven escultor. Nosotros preferimos calificarle de brillantísimo dibujante. Este singular artista tiene una especial fijación con la anatomía del cuerpo humano, toda su obra gira en torno a él. En esta ocasión, en la que ha titulado su exposición Fluidos , da a los dibujos una nueva vuelta de tuerca, sus héroes desnudos viven, precisamente, en sus propios fluidos, en ríos medulares que emanan de ellos mismos y en los que flotan entre el misterio y el horror.

«Me apasiona el cuerpo humano –comenta- y la capacidad que este tiene para expresar emociones. Con Fluidos busco ampliar mi vocabulario creativo e integrar la escultura y el dibujo en una misma pieza».

José Manuel Martínez explica como a través del error es capaz de llegar al acierto. «Intento que fluya la idea –dice el artista- sin el inconveniente de las limitaciones, quiero que la obra crezca sola y que mis falanges articulen y construyan algo sugerente que provoque algo. Evoluciono con todo lo que me rodea, dejo que la realidad me hable para deformarla y construir la mía. La realidad es siempre fuente inagotable de poesía. Un ser humano que no intenta aprehender su entorno no puede conocerse a sí mismo y difícilmente podrá proyectar conceptos».

En el dibujo emplea el artista plumas desechables y con ellas trabaja sobre papel de dibujo. Dibuja a tumba abierta, sin red, sin posibilidad de corrección. Solamente emplea el truco de saber utilizar sus errores para mejorar el trabajo. Seres de enigmática sexualidad, hombres vistos a la vez desde diferentes puntos de vista… pero siempre dibujados con unas líneas completamente limpias, llenas de movimiento, de belleza. Las esculturas de Manuel Martínez son sorprendentes y están realizadas en materiales contemporáneos. Todo lo que sus esculturas que tienen de cita a los clásicos, se contrapone a los materiales con los que trabaja, que son completamente nuevos. «Me gusta modelar –explica- porque en algunos momentos del proceso creativo pierdo la obra de arcilla por el vaciado, se destruye al extraer el molde y la incertidumbre de la materialización de la pieza definitiva provoca en mí una impaciencia muy enriquecedora. Cuando acabo la obra me da igual lo que ocurra con ella, el proceso y las transiciones durante la ejecución son la motivación real de mi dedicación».

Todo un canto a la belleza, toda una nueva visión del cuerpo humano a través del dibujo y la escultura.