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EL MISTERIO DE UN EDIFICIO

«Gaudí diseñó Botines como un dragón»

El profesor leonés César García desvela en un ensayo el papel que juegan los símbolos en la obra del genio catalán

El edificio Botines.

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León

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VERÓNICA VIÑAS | LEÓN

Botines es un dragón. La puerta son las fauces, dispuestas a devorar a quienes la traspasen; la verja, los dientes; y el tejado, el lomo escamado. Es la tesis que defiende el profesor de Historia del Arte de la Universidad de León César García Álvarez en el ensayo Gaudí. Símbolos del éxtasis, que acaba de publicar la editorial Siruela. Propone, para entender el universo creativo del genio catalán, un viaje por la simbología que marcó al arquitecto y su obra.

Sostiene García Álvarez que Gaudí «quería dotar de vida a la arquitectura», y la única forma posible «es a través de lo simbólico». En Botines —asegura— «hay una gran cantidad de símbolos». El arquitecto concibe el edificio que le encargan los comerciantes Simón Fernández Riu y Mariano Andrés como un palacio de invierno, «es un castillo de hielo invertido». El historiador afirma que Gaudí se inspira en el castillo del dragón de la Leyenda Dorada. Al igual que la ciudad libia de Silca, a la que llega un joven oficial (San Jorge) que se enfrentará a un dragón, también el solar de Botines se halla fuera de las murallas.

La ‘guarida’ del dragón que diseña Gaudí tiene otros paralelismos con la de la leyenda. El enclave era una zona muy lacustre y el arquitecto encuentra la solución para expulsar las aguas que amenazaban con debilitarlo. El genio catalán desafió así a los arquitectos locales, quienes dudaban de la estabilidad del edificio. De hecho, por la ciudad se corrió la voz, en forma de ‘cantinela’ de que el edificio de Botines «se cae, se cae, se cae».

Descarta García Álvarez las teorías sobre la estética neogótica de un edificio que desde hace unos meses es museo. A diferencia de arquitectos como Chueca Goitia, para quien Botines era uno de los mejores edificios del siglo XIX, el historiador leonés reconoce que no está a la altura de sus últimas obras, como la Casa Batlló, aunque el castillo leonés es una especie de ensayo de todo lo que construirá después. «Creo que en Botines es posible encontrar, in statu nascendi, la fusión simbólica entre forma animal y forma arquitectónica».

Considera que presumiblemente la idea de una «puerta-boca» la tomase prestada Gaudí de la arquitectura maya.

Para García Álvarez, «la obra de Gaudí sólo se comprende plenamente cuando se percibe el papel fundamental que el símbolo juega en ella. El arquitecto catalán bebe de fuentes como la tradición hermenéutica, el cristianismo o el romanticismo. Gran admirador del gótico, que pudo contemplar ‘en huesos’ cuando la Catedral de León estaba siendo sometida a la mayor restauración de su historia —y que coincide en el tiempo con su proyecto de Botines—, Gaudí también participa de un mismo «sentimiento estético» con coetáneos suyos como Marcel Proust, Oscar Wilde, Nietzsche o Thomas Mann.