MANUEL QUIJANO. MÚSICO
«Nunca fuimos los mejores alumnos de mi padre»
Lugar: plaza Mayor de León.
Hora: 23.00.
PACHO RODRÍGUEZ | LEÓN
Hace ya tiempo que la Lola de los Café Quijano, en lugar de irse a los puertos, se fue a Miami. Cambió la inspiración canalla por la piel morena y las camisas blancas. Y, en eso, el rey indiscutible es Julio Iglesias. Tal vez los leoneses sean sus alumnos más aventajados. Y el cerebro, Manuel Quijano. Manuel era poeta en León en tiempos de ausencia de poetas. Una inquietud que, un día, cuando uno de esos versos se convirtió en canción, le hizo mirar hacia lo que tenía más cerca, que eran sus hermanos. Ahí surge lo que además de grupo es un invento en el que tienen mucho que ver los hermanos Ángel y Pascual Fernández, un apellido histórico, por parte de padre, en el mundo de los promotores. Es entonces también cuando pasan cosas tirando a lo surrealista como que su primer intento comercial, Loco de amor, surja a partir de una letra de Ricardo Franco, director de cine y de obras maestras como La buena estrella o Después de tantos años, sobre los también leoneses hermanos Panero. Aquello no había forma de entenderlo. Podría decirse que fue un match ball perdedor que si no es porque después aparece La Lola, la historia de hoy sería diferente. La conocida canción los rescató. Y ahora, hoy en León, es cuando toca verlos con su colección de verano. Que es en palabras de Manuel la que les acerca hacia el pop. Hace una encendida defensa del reggaeton, aunque haya quien se ofrezca para rescatarlo...
—Son un poco como diseñadores de moda. Colección de invierno y colección de verano. Después de unos meses de boleros y teatros, ahora toca aire libre y guitarras eléctricas...
—Sí. Es así. Estamos en un momento en el que volvemos al pop. Con un repertorio en el que recuperamos canciones de antes e incorporamos algún bolero, y nos sale una lista de canciones bastante potentes.
—¿Y qué tal se encuentran en este formato?
—Pues desde 2004 en un concierto en Honduras no habíamos vuelto a esta idea. Coincide además al momento en el que paramos.
—¿Por qué lo dejaron y qué hicieron?
—Para descansar y hacer otras cosas. Yo hice un par de discos. Teníamos ganas de cosas diferentes. Y pasarlo bien, desconectar. Pero ninguno perdimos contacto con la música.
—Usted escribía poemas y era el menos relacionado con la música... Allá por los años 80. ¿No? ¿Cuando se da cuenta de que el filón lo tenía en casa?
—Cuando le puse música a uno de esos poemas pensé en mis hermanos. No habíamos cantado juntos ni un cumpleaños feliz. Bueno, creo que mis hermanos y yo jamás hemos cantado juntos un cumpleaños feliz.
—Su padre habrá sido como un impulsor de lo que era una afición. ¿Y su madre?
—A mi madre, con tal de que le digan que han visto a sus hijos y que lo hacen muy bien, ya es feliz. Mi padre es el que nos inculcó esto. Pero nunca fuimos los mejores alumnos de mi padre. Aunque llevamos ya en esto casi treinta años...
—Desde ‘La Lola’ o ‘Robarle tiempo al tiempo’ a lo de ‘Perdonarme’, ¿ha aprendido a hacer canciones para gustar?
—Yo hago canciones con el propósito de que la última sea lo mejor que he hecho en mi vida.
—Como fue tan prolífico en esos años, no le costará, ¿no?
—No te creas. Ponerme a hacer una canción me mata. Cuando hago una canción me quedo seco. Nunca me siento más vacío en mi vida como después de terminar de hacer una canción.
—Lo de ‘Perdonarme’ apunta a éxito. ¿Hacía falta el hijo de Bárcenas?
—Nos dijeron que era muy fan de Café Quijano. Y ‘Willy’ es buen tipo.
—Dicen que tiene algo de reguetón pero parece sabinera. Mejor lo segundo, ¿no?
—Nadie tiene que avergonzarse del reguetón. Porque es el ritmo del siglo XXI. Todos los grandes, de Shakira a Alejandro Sanz, han pasado por este ritmo. Perdonarme tiene reguetón.
—¿Qué tiene que decir del vídeo de apariencia casera de esta misma canción en el que se dice que las chicas que salen parece que participan más de mujer florero que de otra cosa?
—Son chicas que iban a salir en el video oficial de la canción. Antes podía importarnos lo que dijera la gente... Ahora no.