Diario de León

Gullón, contado por sí mismo

Un chaval de 16 años pasea con Miguel de Unamuno por la calle Alcalá y el pensador vasco le vaticina el estallido de la guerra civil en España... es uno de los pasajes de las memorias inéditas del gran crítico leonés Ricardo Gullón, a quien Astorga dedicará un ciclo los días 17 y 18. .

Ricardo Gullón (1908-1991) y el catedrático Javier Huerta, que estudia las memorias inéditas del célebre crítico. ARCHIVO/ JESÚS F. SALVADORES

Ricardo Gullón (1908-1991) y el catedrático Javier Huerta, que estudia las memorias inéditas del célebre crítico. ARCHIVO/ JESÚS F. SALVADORES

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e. gancedo | león

«Cuando en 1936 empieza la guerra civil yo me siento, no diré al margen, pero sí desgarrado, escindido, y sin poder solidarizarme por completo con ninguno de nuestros bandos. En ese momento se hace consciente algo que hasta entonces permaneciera larvado, algo que hasta entonces corría oscuramente por mis venas y golpeaba sordamente en mis sienes: la sensación de que la vida que estaba viviendo era una vida falsa, una vida sin autenticidad».

Esta es una de las reflexiones que puede encontrarse en las memorias inéditas que forman parte de los papeles personales del crítico, profesor y ensayista Ricardo Gullón (Astorga, 1908-Madrid, 1991) depositados en la Biblioteca Municipal de Astorga, ahora estudiadas por el catedrático de la Universidad Complutense Javier Huerta.

Unos documentos «muy interesantes», de momento no completos —terminan en los años cincuenta—, como indicó Huerta, y que fueron hallados entre el extenso epistolario que atesora la biblioteca maragata, unas 3.000 cartas en las que Gullón cruza reflexiones con personajes tan relevantes como Manuel Azaña, José Hierro o Jesús Aguirre, duque de Alba. Ahí aparecieron unos papeles titulados «autobiografía», de los que no se tenía constancia, y que abarcan cerca de 250 folios. En ellos ha encontrado Huerta, también presidente de la asociación de amigos de la Casa Panero, «momentos sobrecogedores», como aquel en el que Gullón, un joven fiscal en el Madrid republicano, ha de tomar declaración a padres Redentoristas —la misma congregación que lo educó en Astorga— que luego serían ejecutados. O aquel otro pasaje en el que, con 16 años, pasea junto a Miguel de Unamuno y éste le augura el estallido de una guerra civil en España. Corría el año 1924. Líneas en las que, en numerosas ocasiones, se aprecia ese «desgarro» del que habla en las líneas que encabezan este artículo. Desgarro, por ejemplo, entre el mandato paterno de estudiar Derecho y convertirse en fiscal y su entusiasmo por la literatura y las artes. O entre los dos bandos enfrentados en la guerra, «ninguno de los cuales le llega a convencer del todo», como aprecia Javier Huerta.

De primera mano

Conoció también a Miguel Hernández, de quien anotó su desencanto con el comunismo y su agrio enfrentamiento con Alberti y Teresa León —algo que coincide con lo que han escrito sus biógrafos— al apreciar el de Orihuela que aquellos se dedicaban a organizar congresos mientras él sufría en el frente, y da cuenta de un momento verdaderamente curioso experimentado con 30 años, cuando atravesaba una cruda enfermedad y se le «aparece» el poeta Juan Panero, hermano de Leopoldo Panero.

Los sentimientos que le nacían en lo más profundo ante la visión de las tragedias de la guerra civil, su liberación gracias a Luis Rosales y Felipe Vivanco una vez vencida la República, la invitación que le hace Cernuda a trabajar en EE UU y, sobre todo, «esa segunda vida, esa felicidad que, por fin», sintió en América, como detalla Huerta, son otros episodios más sugerentes de unos textos que, de momento, no se sabe si serán editados en un futuro próximo, sobre todo teniendo en cuenta que no están completos.

La próxima semana, los días 17 y 18, tal y como dieron a conocer el viernes la concejala de Cultura y el hijo del homenajeado, Germán Gullón, Astorga dedicará un encuentro a este brillante humanista, uno de los hispanistas españoles más influyentes en Estados Unidos y especialista absoluto en la obra de autores como Juan Ramón Jiménez, Pérez Galdós, Machado o Unamuno, y que en 1989 ingresó en la RAE y recibió el Príncipe de Asturias de las Letras.

Unas cuartillas de gran interés académico y humano y con no pocas sorpresas, como que Ricardo Gullón descubre la poesía leyendo las Eternidades, de Juan Ramón Jiménez... justo después de haber presenciado un combate de lucha leonesa.

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