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Sierra, con Babia en el corazón

El pintor leonés expone su obra más íntima en el Palacio de Quiñones, de Riolago de Babia Manuel Sierra expondrá su obra hasta mediados del próximo mes de septiembre.

Manuel Sierra delante de algunas de las obras que expone en Riolago de Babia. DL

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León

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marcelino | león

Manolo Sierra es uno de los artistas leonesas más populares. Sus cuadros representan por derecho propio a toda una importante comarca leonesa. Y Sierra ha querido llevar a su tierra lo más íntimo de su pintura. El Palacio de Quiñones, en Riolago de Babia, acogerá hasta el próximo día 15 de septiembre, una exposición en la que aparecen obras que el artista conserva en su colección privada como muestra patente de las señas de identidad de su obra.

Babia en el corazón, ha sido el título elegido por el artista para esta muestra. “En 1986 –explica Sierra- expuse pintura de gran formato junto con algunos dibujos preparatorios; eran cuadros figurativos, casi abstractos, resueltos de manera gestual con pinceladas abiertas, extensas y rápidas. Titulé aquella exposición, Babia en el corazón . Casi cuarenta años después reúno aquí, con el mismo título, un puñado de cuadros de formato medio y pequeño, en torno, como entonces, a Babia, que es mi tierra materna. Entre las dos exposiciones citadas, expuse decenas, tal vez centenares de veces y Babia fue un motivo y una temática recurrente. Para esta ocasión traigo obra procedente, si no de todas aquellas muestras, sí de muchas de ellas. Cuadros que fui reservando para construir una colección que pretendo instalar para siempre en esta tierra. Una exposición permanente que sea parte de un patrimonio en el que los montes, los ríos, la hierba, la nieve, la noche, los árboles, los pájaros, las marzas, las ventanas, las nubes y los cuadros sean todo uno, un patrimonio para todos”.

El artista leonés ha creado la mayor parte de su obra pensando en su tierra e, incluso, trabajando en su tierra. “Muchos de estos cuadros explica- los pinté aquí, en Babia, desde habitaciones de casa, desde la cocina o desde la galería, cuando todavía podía ver, ahora es imposible, desde allí los montes de Peñalba y de Mena, el Otero, el río Luna, atravesando la Veiga entre los salgueros, la Isla, el Ferial... Otros los pinté estando corporalmente lejos, pero con el corazón latiendo entre estas montañas, como aquellos pastores que estando de invierno en las dehesas de Extremadura estaban también aquí, o como aquellos «maestros» que dando escuela por aldeas de Asturias, estaban al mismo tiempo aquí. Porque «estar en Babia» es estar aquí, aunque estés lejos... Así es la maravilla del deseo, de la querencia, de la morriña y de la saudade... algo real e inexplicable a la vez”.