EFEMÉRIDE EN TORNO AL REY DEL ROCK'N'ROLL
40 años sin Elvis Presley
El cantante de 'Jailhouse rock' y 'Love me tender', fallecido el 16 de marzo de 1977, conserva su carácter icónico aunque crece el desconocimiento sobre su obra en las nuevas generaciones
Los años han manoseado el mito y la imagen del Elvis Presley como primer gran ídolo del rock’n’roll se solapa con la del ‘crooner’ decadente de Las Vegas, la estrella de películas románticas ambientadas de Hawai, el karateca excéntrico y hasta un hipotético y más que discutible supremacista blanco. ¿Todo vale? Elvis ya no está aquí para defenderse, pero el recordatorio de su muerte, el 16 de agosto de 1977, bien puede servir para separar la esencia del folclore y el creador del mito.
Este miércoles hace 40 años que la última de sus novias, Ginger Adlen, le descubrió en estado inconsciente en el suelo del baño de su casa, Graceland, en Menfis. Muy cerca, su lectura póstuma, un ejemplar del libro ‘Una búsqueda científica de la cara de Jesús’, de Frank O. Adams. Los intentos de reanimarle fracasaron y el infarto, causado por su abuso de fármacos, se lo llevó a los 42 años. Una edad que entonces en el mundo del rock se asociaba a madurez o incluso a decadencia y que hoy es ampliamente superada por la mayoría de estrellas del ramo. Elvis tendría ahora 81 años, como el aún activo Jerry Lee Lewis. Fallecido Chuck Berry, el pasado marzo, a los 90, de esas quintas primigenias le sobreviven Little Richard (84) y aquel a quien calificó una vez como el auténtico “rey del rock’n’roll”, Fats Domino (88).
Quizá todos ellos le superaran, por ejemplo, en relevancia como autores, pero Elvis Presley fue quien convirtió aquel embrionario rhythm’n’blues incubado a caballo de los años 40 y 50, en contacto con el country & western, en un fenómeno de masas, es decir, del gusto blanco, a partir de la grabación de ‘That’s all right’, en 1954. Su biógrafo Peter Guralnick reconstruye con detalle, en su totémico volumen ‘Último tren a Memphis’ (Ed. Global Rhythm, 2008), aquella fallida sesión de baladas en Sun Records que de repente cobró otra forma cuando Elvis comenzó a canturrear el blues de Arthur ‘Big Boy’ Crudup y se le unieron Scotty Moore a la guitarra y Bill Black al contrabajo. El productor, Sam Phillips, arqueó las cejas. “¿Qué estáis haciendo? ¡Volved a empezar!”.
En su período dorado, entre 1956 y 1959, primero en Sun y luego en RCA Victor, imprimió una urgencia y un carácter al naciente rock’n’roll, al crudo y vigoroso rockabilly, que desbordó incluso a creadores genuinos previos como Carl Perkins, cuyo ‘Blue suede shoes’ adquirió en sus manos otro calado. De ese período son hitos como el aparentemente lúgubre ‘Heartbreak hotel’, así como ‘Don’t be cruel’, ‘Hound dog’, ‘Jailhouse rock’, ‘Mystery train’ o la balada ‘Love me tender’. El equipo que formó con Moore (fallecido el año pasado), Black (en 1965) y el batería, actualmente superviviente, D. J. Fontana, está en la base fundacional del lenguaje del rock.
Luego vinieron la mili, el efecto ‘beatle’, el cambio de gustos, el Elvis edulcorado de las películas filmadas en Acapulco o Hawai y el especial televisivo ‘Comeback special’, que en 1968 le puso de nuevo en boga, ahora embutido en cuero negro. Un Elvis aún apto para el ‘hit’: ‘In the ghetto’, ‘Suspicious minds’ o, en un grado inferior, aquel ‘Always on my mind’ que sí fue número uno años después, en los 80, en manos de Pet Shop Boys.
POPULARIDAD EN CRISIS
Pero, ¿está Elvis implantado en el imaginario colectivo del siglo XXI con la fuerza que le correspondería como figura troncal de la cultura popular? Ahí es donde hay dudas, sobre todo si apuntamos a las capas más jóvenes. Una encuesta de YouGov en el Reino Unido indica que el 29% de los ciudadanos de 18 a 24 años no han escuchado nunca una canción suya (o eso creen, cabría apuntar). El 12% asegura que le gusta Elvis, frente al 23% de los Beatles y el 25% de David Bowie. A escala global, en Spotify, su canción más escuchada, ‘Can’t help falling in love’, suma 92 millones de audiciones, una cifra abultada que queda relativizada si consideramos los 739 millones del ‘Despacito remix’ de Luis Fonsi.
En el imaginario del rock, la figura de Elvis ha mantenido su carácter icónico, si bien desde hace tiempo se ha cuestionado su liderazgo en la generación fundacional del género. Ya en 1981, Albert Goldman, biógrafo polemista de vocación, reaccionó ante la ola de libros sobre el cantante, seguramente demasiado laudatorios, con un volumen, ‘Elvis’, en el que le tachaba de plagiador y aprovechado, y situaba su talento por debajo de artistas negros como Little Richard.
ÍDOLO DE DYLAN Y SPRINGSTEEN
Ya fuera por el efecto de esa obra o por la evolución natural de la sociedad afroamericana, el cuestionamiento de Elvis fue a más, sobre todo, con la entrada en escena de la Black Rock Coalition y cercanías. El grupo metal-funk Living Colour grabó la canción ‘Elvis is dead’, precisamente con Little Richard a los coros, y más adelante Public Enemy elevó el tono en ‘Fight the power’, donde tachaba tanto al cantante como al actor John Wayne como racistas. Acusaciones combatidas desde muchos flancos, apelando al temprano y admirativo acercamiento del cantante a las comunidades negras y al espíritu que envolvía, por ejemplo, la pieza ‘In the ghetto’. Un tono mucho más amable o respetuoso tuvieron, en cambio, canciones como ‘Calling Elvis’ (Dire Straits), ‘He was the king’ (Neil Young) o el ‘Elvis Presley blues’ de la cantautora neocountry Gillian Welch.
Es posible que el aura de Elvis Presley sea hoy más grande que el conocimiento de su obra, aunque las figuras de prestigio de la música siguen apelando a importancia artística, de Bob Dylan (para quien la adaptación de ‘Blowing in the wind’ fue el “punto álgido” de su carrera) a Bruce Springsteen, que en 1976, siendo ya una estrella, saltó el muro de Graceland y que años después aseguró que sin Elvis estaría “vendiendo enciclopedias”.
Para los ‘impersonators’ que pasean vistiendo como él o que incluso sostienen que sigue vivo (hay abundante y delirante literatura al respecto), el denominado “rey del rock’n’roll” es la estrella más genuina del último siglo. Y el resto del mundo adulto sigue conmemorando las cíclicas efemérides en torno a su muerte mientras medita qué responder cuando un adolescente lance la pregunta “¿quién es Elvis Presley?”.