CULTURA ■ PATRIMONIO
El Cabildo saca los colores a la Virgen del Dado
La restauración de la portada, que descubre cómo era una de las catedrales góticas con mayor profusión cromática, ha costado 80.000 euros, financiados con la taquilla
verónica viñas | león
La Catedral de León no siempre fue gris. Todo lo contrario. Se trata de uno de los templos góticos con mayor profusión cromática. La restauración de la portada de la Virgen del Dado (la que da paso al claustro) y cuyo autor podría ser León Picardo, ha reintegrado el colorido a un conjunto excepcional. Seis meses han sido suficientes para devolver el esplendor que ocultaban siglos de mugre.
La empresa Esoca, la misma que se encarga de la restauración de las vidrieras, ha sido la responsable de recuperar la policromía a un conjunto que tiene otras rarezas. Paula Sánchez Ablanedo, al frente del equipo de rehabilitación, destaco ayer que «resulta sorprendente que siendo tan antigua esté en un estado de conservación tan espectacular», sobre todo por las delicadas técnicas de brocado que emplearon los artífices de esta portada, en la que hubo dos grandes campañas de policromía: la primigenia, de finales del siglo XIII; y una segunda, en el XVI, que es la que ha quedado ahora mayoritariamente a la vista.
C on cargo a la taquilla
Los trabajos de limpieza y recuperación de la portada de la Virgen del Dado han costado 80.000 euros, financiados con cargo a la entrada de 6 euros que pagan quienes visitan la Catedral. Máximo Gómez Rascón, responsable de Patrimonio de la diócesis, afirmó ayer que «es una portada atípica, por su originalidad, por mantener toda la policromía del momento y porque estructuralmente se sale del esquema clásico». Sin duda, sobresale la imagen central, la Virgen del Dado, nombrada así por una popular leyenda que se remonta al siglo XV. La figura del Pantocrátor también es especialmente llamativa «con un rostro impresionante, simétrico, perfecto, lleno de gloria y majestad». Es curiosa la escena de la Anunciación, y la representación de los evangelistas, con alas, y acompañados por animales —el toro, el león y el águila— que ejercen de sirvientes de estos copistas de las escrituras sagradas.
La virgen esta rodeada por una mandorla de figuras femeninas, vírgenes y mártires de rostro plácido. También llama la atención cómo los escultores tallaron en piedra a un san Pablo viejo y calvo, con vestidura atemporal y clásica, frente a Santiago, ataviado como un peregrino de hace cinco siglos. En el conjunto falta una figura. Los expertos no saben si desapareció o la portada quedó incompleta. La lógica hace pensar que se trataría de san Juan. En la parte baja hay una gran franja decorada con escudos de León, de Castilla y de la noble familia de los Pimentel.
Hace doce años la empresa Petra analizó las diferentes capas de color que tiñeron las esculturas de la Catedral de León. Descubrió que hubo tres fases de policromía (en los siglos XV, XVI y XVIII) y que los principales colores que los artesanos imprimieron en la piedra fueron los blancos, el azul esmalte, el ultramar y el azul prusia, el verde cobre, el malaquita, los amarillos, el rojo vermellón, el minio y el naranja.