Una leyenda providencial
Los restauradores creen que si la policromía de la portada de la Virgen del Dado se ha mantenido puede que se deba a su leyenda. En las capillas de la Catedral hay un sorprendente número de estatuas y vidrieras de jugadores de dados. Fue tal la pasión por este juego que trascendió al folclore, como la leyenda que da nombre a la Virgen del Dado. El nombre alude a un milagro: un soldado de Flandes, jugador y borracho, una noche de mala suerte arrojó los dados a la Virgen e impactaron en la frente del Niño, que comenzó a sangrar.