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CULTURA ■ CINE

James Franco recrea el peor filme de la historia

Presentó en San Sebastián ‘The Disaster Artist’ Bucea en la vida de Tommy Wiseau, cuyos dramas provocaban la risa.

El actor y director James Franco. JUAN HERRERO

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León

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o. belategui | san sebastián

Tim Burton retrató en Ed Wood al que ha pasado a la historia como el peor director de cine de todos los tiempos. Un tipo movido por el entusiasmo que no por el talento, cuyas películas permanecen pero no por los motivos que su autor hubiera querido. Ese tipo de cinefilia que adora una cinta porque es tan mala, tan mala, que resulta divertida es el que ha entronizado a Tommy Wiseau, un inútil que en 2003 rodó The Room, un drama que desde su primera proyección despertó carcajadas en vez de lágrimas. James Franco, notable actor y director, cuenta su historia en The Disaster Artist, título que no necesita traducción al castellano.

La estrella de Spider-Man y 127 horas no solo dirige sino que da vida al inclasificable Wiseau, un tipo misterioso que cree parecerse a James Dean cuando los demás le ven como un vampiro. Nadie sabe todavía de dónde es (tiene un acento como de Europa del Este) ni su edad. Ni tampoco de dónde sacó los seis millones de dólares que costó su pestiño, para el que pagó un anuncio gigantesco en Los Ángeles durante meses. Franco contempla a su protagonista con cariño, aunque el filme no alcanza las cotas de poesía de Ed Wood. The Disaster Artist, que llegará en enero a las salas españolas, es una comedia del cine dentro del cine y un canto de amor agridulce a Hollywood.

«Tommy es un tipo con una personalidad muy determinada y muy difícil porque cree que lo sabe todo», contó James Franco. «Yo sabía que Dave (Franco, hermano del realizador) y yo éramos perfectos para estos personajes. Él quería que le interpretase Johnny Depp, y yo me eché a reír como estáis haciendo vosotros ahora». La llegada de Wiseau a Los Ángeles para buscarse la vida como actor imitando la intensidad de Brando da pie a jocosos episodios.

El propio Franco trabajó en un McDonalds antes de ser famoso, así que sabe de lo que habla. Lo mejor de The Disaster Artist es que su comicidad surge de calcar las escenas de The Room, sin que haya ironía sangrante en el retrato de un ególatra tan necio que resulta adorable.

«Puedes caer en la trampa de que sea una parodia y reírte de alguien que hace algo muy alocado, pero el secreto ha sido entenderles como artistas y entender su lucha como si fuera la nuestra», concluyó Franco.