Diario de León

RETRATO DE LEÓN

«A esta ciudad le han arrebatado el futuro»

Llega a su fin la más espectacular trilogía que en torno a la memoria visual de León ha sido editada en los últimos años: el día 19, Fernández Castañón presenta un libro con 323 páginas, 284 fotos, 189 documentos, cuatro facsímiles...

Lo que hoy se conoce como ‘puente de los Maristas’, en el año 1923. ARCHIVO G. F. CASTAÑÓN

Lo que hoy se conoce como ‘puente de los Maristas’, en el año 1923. ARCHIVO G. F. CASTAÑÓN

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e. gancedo | león

Resulta difícil encontrar palabras capaces de acotar y dar fe de todo lo que contiene León, entre recuerdos y añoranzas, la última entrega de una monumental trilogía de joyas bibliográficas que comenzó con Entre las sebes de un ayer y siguió con Un viejo León muy prestoso, y que constituye un abrumador conjunto de fotografías antiguas, grabados, postales, litografías, carnés, facsímiles (es un libro que contiene otros libros dentro) y documentos del más diverso tipo —muchos de ellos inéditos o muy desconocidos— relacionados con la capital leonesa. Su creador, el escritor y editor Gregorio Fernández Castañón, dará a conocer este tercer librazo de tapas duras y 323 páginas el 19 de octubre, jueves, a las 20.00 horas en el Teatro San Francisco. Los asistentes al acto podrán conocer en él algo de la exhaustiva, incansable labor de indagación del editor por subastas, rastros y librerías de viejo de media España, guiado de un poderosísimo afán por desenterrar los papeles e imágenes más curiosos u olvidados de la historia de la ciudad. Fotos con un tono casi arqueológico en torno a la memoria ferroviaria leonesa, los primeros supermercados de la ciudad, empresas señeras, costumbres, personajes, edificios, modas, eventos festivos y deportivos e infinidad de cosas más tienen aquí cabida.

Sobre ese copioso contenido explicaba Fernández Castañón al Diario que el lector que abra el libro «se va a encontrar con nuevas imágenes y un mayor número de páginas de texto para descubrir conmigo —o eso espero— otra perspectiva de la vieja ciudad de León. De los tres libros, este ha sido, aunque no lo parezca, en el que más trabajo y tiempo he empleado, y puede que por ello sea el más completo». «Se divide en cinco capítulos —añadía—, siendo el primero el más extenso y en el que se puede encontrar casi de todo: documentos originales (el primero de ellos de 1612), un plano de 1850 y otros aspectos muy interesantes como la parada de postas, la reproducción del primer artículo publicado sobre Las Cantaderas de León (de 1851), una selección de agrupaciones, un capítulo sobre política local o un cuadro de honor con personajes de época (fotógrafos, músicos, artistas...)».

Editado bajo el sello propio de La Armonía de las Letras, la mayoría de las fotografías y grabados que aparecen en la obra «los he adquirido fuera de León», aclaraba su autor. «Tanto, que me atrevería a decir que un 98% los he traído de otras provincias», añadía. Y en torno a cuál es el documento más que más le ha costado incluir en esta nueva y última entrega, responde que, «sin duda alguna, el más costoso y el que más trabajo manual ha llevado es el libro facsimilar La Catedral de León, de 1883. Está editado de forma lo más aproximada al original, consta de 36 páginas e incluye dos desplegables (con distintos esquemas de cimbras, castillejos y andamios empleados en la restauración de la Pulchra). Sus autores, José Artola y Luis Patiño, nos desvelan en él curiosidades como que, en aquella época, en la fachada lateral del mediodía no existían vidrieras. Habían tapiado las ventanas porque ‘la cristalería no resguardaba de la intemperie el templo’. Una joyita al alcance de mis lectores que he querido reservar para el cierre de esta trilogía».

Los dos volúmenes anteriores se encuentran prácticamente agotados, buena prueba de la excelente acogida del proyecto. En cuanto a las impresiones que ha recibido, dice: «Las que más me han gustado proceden de dos tipos de lectores. Los más mayores han vuelto, con estos libros, a revivir el tiempo pasado, y los más jóvenes han descubierto conmigo una ciudad del todo distinta a la actual aunque, al mismo tiempo, muy atractiva. En ambos casos me sentí arropado tras todo el esfuerzo que empleé en esta larga aventura, cerca de seis años de duro trabajo. Eso es ya para mí suficiente recompensa».

Pese a ello, Fernández Castañón no se toma un descanso y adelanta a este periódico que sigue trabajando en su vasto archivo. «Continúo descubriendo nuevas joyas, pero en esta ocasión con el objetivo de publicar un libro sobre la provincia. Si todo va bien, es posible que dentro de dos años esta fiebre del ayer tenga continuidad...», avanzó.

Eso sí, la lectura de León, entre recuerdos y añoranzas permite vislumbrar una perspectiva un tanto pesimista sobre el devenir de la ciudad, sobre todo ante la evidencia del conjunto de destacadas empresas de biología, farmacia o agroalimentación que aquí nacieron o se afirmaron. ¿Le parece a su autor obligatoria la comparación con el momento actual? «Pues sí. Creo que es inevitable, sobre todo para conocer el número de importantes empresas que han desaparecido, como Elosúa o Jabonera Leonesa, y de otras por su transformación para bien o para mal, como Laboratorios Syva, Laboratorios Ovejero o Antibióticos». «El paseo Malecón, hoy paseo de Salamanca, de puente a puente, era en su día el centro o hervidero de varias empresas pujantes, sin olvidar la proximidad del ferrocarril y de la Azucarera Leonesa, con todo lo que ello conllevaba: trabajo y más trabajo —reflexiona—. Viendo lo que es hoy esta zona del margen derecho del río Bernesga, uno se puede hacer a la idea de la gran decadencia laboral y de servicios a la que hemos llegado». «A la ciudad de León le han arrebatado poco a poco el futuro y hoy, por desgracia, la están dejando morir —denuncia el autor—. Pero si hasta los bares más típicos, como el Samba o el Mansilla, han tenido que echar el cierre o no han sabido mantener la esencia de un pueblo llano... Una gran mayoría de jóvenes, ante esta perspectiva nada halagüeña, lo sabemos, han tenido que hacer la maleta y huir a tierras más fértiles. En fin, una pena».

Imagen de una tienda leonesa atestada de pollos en época navideña. ARCHIVO G. F. CASTAÑÓN

Estampa de León.  ARCHIVO G. F. CASTAÑÓN

Niñas vestidas de negro.

Ferroviarios leoneses posan para el fotógrafo a principios del siglo XX.  ARCHIVO G. F. CASTAÑÓN

Mujeres a la puerta de la Catedral.  ARCHIVO G. F. CASTAÑÓN

Vista del Seminario Mayor, con varios estudiantes en el corredor.

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