«La cultura no se puede aplastar»

Lugar: Auditorio Ciudad de León.

Hora: 21.00.

Entrada: 18 euros.

PABLO RIOJA | LEÓN

La autora de las Meninas es «una fábula distópica que ocurre en un futuro no muy lejano», una sátira donde se aborda el lugar que ocupa el arte en la sociedad así como el controvertido concepto de bienestar social, pero sobre todo, la obra ‘gestada’ por Ernesto Caballero supone el regreso a las tablas de Carmen Machi después de grandes éxitos como La tortuga de Darwin y Auto.

—Pese a que el contexto de la obra parte de un futuro cercano, argumentos como una crisis económica horrible o un gobierno para el que la cultura es sólo una vía de escape no suenan tan lejanos, ¿no cree?

—El público se sentirá identificado con la obra desde el primer momento, eso está claro. España atraviesa un momento crítico a nivel económico y al frente de todos los ciudadanos se alza un partido político llamado El Pueblo en Pie que decide vender los mejores cuadros del país para tratar de salir adelante.

—En ese momento entra en escena su personaje, una monja experta en copiar obras de arte.

—Me encargan realizar una copia exacta de nada más y nada menos que Las Meninas para colocarla en el lugar de la original y que así los ciudadanos no se den cuenta del cambio.

—¿Eso no es una proposición indecente para una religiosa?

—Es que precisamente ahí es donde comienzan los problemas de sor Ángela, mi personaje, porque en ningún caso sabe los motivos reales por lo que le han pedido que copie esa obra. Ella tan sólo es consciente de que se enfrenta a una situación grave. Pero de pronto sufre un ataque de vanidad por la posibilidad real que le surge de exponer en El Prado. Imagínate, eso no ocurre todos los días y claro, entre una cosa y otra veremos cómo esta monja padece una especie de ataque demoniaco. Pasar de ser una humilde artesana del pincel a una figura de las artes plásticas no es sencillo para nadie y mucho menos para una monja.

—De nuevo nos encontramos ante el héroe que ha de renunciar a muchas cosas personales por un bien mayor...

—En cierto modo sí, pero no cabe duda de que las cosas se pondrán complicadas con el paso de los minutos.

—Hay que aclarar que ‘La autora de las Meninas’ no es una obra cómica. Lo digo porque mucha gente asocia sus papeles solamente al humor.

—¿Tu crees? Yo pienso que el público ya me ha visto en otras muchas facetas al margen del humor. Pero no, esta obra no es humor, sería engañar a la gente si salimos diciendo que van a ver una comedia, porque no es así pese a que muchas de las situaciones que se dan durante la representación sí que pueden arrancar más de una carcajada entre los espectadores. No me gusta encasillarla y tampoco sabría decirte bien en qué género encaja porque La autora de las Meninas trata tantas cosas que sería injusto. Es teatro.

—¿Y cómo salvaría usted España ahora?

—Gracias a Dios ese no es mi cometido, se lo dejo todo a los políticos. Ellos son quienes se dedican a eso, a mí lo que me toca es dedicarme a mi profesión y nada más.

—Lo que sí parece salvarse es la cultura con la esperada bajada del IVA...

—Esperamos que así sea. Nadie puede negar que venimos de una crisis brutal que ha afectado a la cultura, pero no creo que más que a otros sectores. La subida del IVA cultural nos ha hecho daño, resulta muy doloroso contemplar lo difícil que es disfrutar del arte en España por culpa de los altos precios. Pero dicho esto, en mi opinión no pienso que haya una cruzada contra el mundo de la cultura. El teatro, por ejemplo, goza de muy buena salud, la gente tiene ganas de consumirlo, no hay más que ver cómo proliferan las obras. Y lo mismo ocurre con los museos, el cine o la música. Ahora, yo te hablo como actriz, no me he puesto en la piel de un productor. Quizá ellos sí han sufrido la crisis de forma más dura.

—¿Entonces no ve un ataque directo del Gobierno?

—Lo que veo es poco cariño hacia la cultura por parte de los gobernantes en general. Lo importante es que España tiene ganas y necesidad de consumir arte. La cultura no se puede aplastar, ni siquiera durante los años tan complicados de crisis económica que ha padecido este país y de la que todavía no nos hemos levantado del todo. Si tengo que dudar de algo es de si quienes toman las decisiones sobre el porvenir de la cultura realmente la consumen.

—¿Cuándo la veremos en alguna serie de televisión de nuevo?

—Es un medio donde no trabajo desde hace mucho tiempo. No descarto volver si me llega un proyecto bueno, pero por ahora no, porque una serie de televisión requiere casi una dedicación completa y yo quiero hacer otras cosas.

—¿Esa falta de tiempo fue la que le llevó a abandonar una serie de éxito como ‘Aída’ o prefirió dejarlo antes de que la fórmula se agotase?

—Fui muy feliz en Aída, pero aparecieron nuevos proyectos que me apetecía abordar. Ahora mismo lo que más me llega son propuestas para hacer cine —que es lo que más hago últimamente– y también obras de teatro.

—Cada vez surgen más productoras y plataformas que ofrecen series de televisión y producto nacional de alta calidad. ¿Ha cambiado mucho la televisión desde que no trabaja en el medio?

—Sin duda hay una nueva forma de producirla. Creo que cada vez se ofrecen mejores productos y, aunque en mi humilde opinión la tele jamás será como el cine, sí es cierto que se aproxima cada vez más. Hay algunos directores que son sencillamente brillantes.

—Cuando rodaba ‘8 apellidos catalanes’ pensó en algún momento que la realidad superaría la ficción como parece ocurrir ahora?

—Desde mi punto de vista fue una película que cuando se hizo ya se concibió con un guión que existía, porque nadie puede negar que una gran parte de la sociedad catalana soñaba con una república independiente como sucede en la película. Más allá de la secesión, hoy hay ciudadanos que tienen ese sentimiento de independencia que nadie debería pasar por alto.

—No es su primera vez en la capital leonesa. ¿Qué es lo que más le llama la atención?

—De León lo que más me gusta es su frío y su comida. Me considero muy gastronómica y a cada sitio que voy siempre pruebo las bondades de su cocina. También la gente es muy amable, pero para serte sincera no conozco la ciudad a fondo porque siempre que voy es por cuestiones de trabajo. Vas del hotel al teatro y viceversa sin tiempo real para pasearla a fondo. Pero es una bella ciudad a la que siempre me gusta volver.